Ciudad de México.- Artes como la pintura y la literatura han servido como retroalimentación para que internos del Sistema Penitenciario se desarrollen en algún oficio y en el mejor de los casos lleguen a titularse en una carrera profesional, dijo Guillermo Marín, titular de la Escuela de Fin de Semana del Reclusorio Preventivo Varonil Norte.
“Muchos de ellos están en el centro escolar, en nivel preparatoria o universitario, pero su retroalimentación es el arte espiritual y de conocimiento, que al final los hace grandes personas”
Dejó claro que es muy difícil llegar a ellos porque son personas adultas que tienen conductas que ya están muy sólidas, por lo tanto “hay que venderles la idea” de que si no tienen un nivel de escolaridad, la vida les será más difícil, pero si lo logran, podrán ser mejores personas y pueden llegar a generar un bienestar para su familia, con la producción y venta de sus artículos.
Convencido de la labor que se realiza dentro de los penales capitalinos, el entrevistado asegura que es para todos los internos la oportunidad que se les brinda, con el fin de que tomen una actividad que los ayude a desarrollarse como buenos seres humanos.
“Lamentablemente los reclusos se cuestionan para qué tomar cursos o alguna actividad si aquí voy a estar hasta que me pudra, así pasen los años voy a seguir siendo un barrote más de esta cárcel, para qué me va a servir, mejor sigo con mis conductas antisociales”.
La labor que realiza Guillermo Marín es convencer a los reclusos para que a través de un programa escolarizado realicen la primaria quienes no la tienen, o la secundaria, luego la preparatoria y finalmente a través del sistema abierto de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México, una carrera universitaria.
Con un rostro que expresa mucho orgullo por el trabajo que realiza, dice que hoy en día el Centro Varonil Norte tiene a ocho personas tituladas, con un promedio de dos por año, y cuatro más que están realizando su tesis.
“Nuestros asesores son internos que mínimo tienen una licenciatura, que hablan dos o tres idiomas, son ingenieros, arquitectos y maestros en matemáticas aplicadas”
Reconoce que la limitación se la ponen los propios reclusos, es obligación de él como encargado de la Escuela de Fin de Semana del Reclusorio Preventivo Varonil Norte, mostrarles todo lo contrario, que pueden ser personas “de bien” y la gente los deje de señalar porque están en un Centro de Readaptación Social.
Dice que su mayor orgullo ha sido cuando los internos recuperan su libertad y se los ha encontrado en la calle, ya son personas con una mentalidad diferente, que ya no se sienten señalados, que ahora tienen un oficio o una profesión.
“Son comerciantes, asistentes o encargados de un centro cultural, no cualquiera llega a una galería, monta un cuadro, expone o le hacen el favor de hacerle un libro”, finalizó.