En México se ven cada día con mayor presencia los movimientos sociales anti López Obrador. En el plano nacional, esta el Frente Nacional AntiAMLO (Frenaaa), y nació el movimiento “Sí por México”, anunciado por el Presidente nacional de la Coparmex, Gustavo de Hoyos W.
¿Ayuda esto al país? Sí ayuda. En su momento, el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) se encargó de mostrar los atropellos de los partidos políticos tradicionales PAN, PRI y PRD, y los abusos del poder de parte del Gobierno del Presidente, Enrique Peña Nieto. La crítica durante años, y poner el dedo en la llaga, generó millones de indignados que en 2018 decidieron quitar a los políticos y partidos de siempre, conquistando la Presidencia del país, con Andrés Manuel López Obrador, como cabeza del movimiento.
Pero hoy a López Obrador le está sucediendo lo mismo que hizo. La diferencia es que cuando el fue crítico, al mismo tiempo buscaba el poder presidencial. Su movimiento siempre tuvo intereses electorales y lograron las victorias que se trazaron.
Los movimientos sociales anti López Obrador ahora se aprecian distintos al Morena. El Frenaaa y Sí por México, no están buscando la Presidencia de México o hacer llegar a sus integrantes al poder público, a las posiciones burocráticas del Poder Ejecutivo nacional o a los cargos de elección popular como diputaciones o senadurías. Por lo menos, no se percibe así su mensaje político.
En todo caso, se están encargando de mostrar públicamente los errores del Presidente de México; su impericia para llevar la economía del país; la seguridad pública; la pandemia por Covid-19; la fractura en su Partido Político (Morena); su falta de empatía hacia la clase media y empresarial del país; y su desprecio por las instituciones que durante años se edificaron en México. De eso se están encargando los movimientos sociales antiamlo.
Y todo esto es sano para la vida democrática que requiere el país. La visión o las decisiones de un solo actor político – el Presidente en este caso-, no le sienta bien a la democracia. Hacer eso, es decir, darle el peso mayor a un solo hombre se llama autocracia y México no puede ser un país gobernado por un autócrata, por lo menos no es adecuado en un marco democrático. Por eso, el disenso constante le sienta bien a la República Mexicana. El disenso y no el consenso por lealtad, es lo que sirve como entropía para que el propio sistema mexicano se reequilibre. En la teoría de sistemas se aprende que los sistemas disfuncionales, requieren de carga negativa (Entropía) para que vuelvan al equilibrio; así por ejemplo, si el cuerpo humano tiene sueño, el cerebro manda la orden de dormir; si tiene calor, manda la orden de sudar para refrescarse; si tiene sed, manda la orden de beber agua, etc.
En México, el régimen López Obradorista tiene disfuncionalidades como las mencionadas líneas arriba y los movimientos sociales son esa Entropía que se debe inyectar al sistema político para que reaccione y se reestablezca.
Sin embargo, este disenso que puede generar equilibrio no le gusta al Presidente de México y a sus simpatizantes. Ahora, dedican buena parte de los días para golpear, denostar o menospreciar a los movimientos. ¿Y es esto malo? Tampoco me lo parece. Los mexicanos estaban acostumbrados a presidentes que no confrontaban a los movimientos y este Presidente es diferente. Su arena natural es la confrontación y la lucha estigmatizante, pero tampoco es malo, porque la democracia es así: implica debate y confrontación de ideas.
Lo negativo, es cuando la intolerancia hace su aparición. El Frenaaa hoy está apostado en el Zócalo de la Ciudad de México y simpatizantes del Presidente López Obrador -que seguramente son grupos de choque-, se plantaron a un lado para provocar caos, amedrentarlos y generarles miedo. ¿Y cuál es el miedo o inconformidad de los amloístas? Es evidente que no les gusta que se comuniquen ideas u opiniones contrarias al Presidente, y su miedo es que se vea afectada la popularidad del Presidente y pierda fuerza electoral para 2021.
Como sea, los movimientos están protegidos y deben estarlo todo el tiempo por la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, los convenios, acuerdos y tratados internacionales firmados y ratificados por el país, y arropados por las instituciones públicas del Gobierno Federal, estatales y municipales.
Sencillamente, los artículos constitucionales 6° y 7°, así como los tratados y convenios internacionales, protegen el derecho humano a la Libertad de Expresión, para que la persona que sea pueda manifestar y expresar las ideas u opiniones que a su interés convenga, con la única limitante de no perturbar el orden nacional, por decirlo en términos generales.
Lo que hacen los movimientos sociales antiamlo no viola estos preceptos normativos, por el contrario y de forma increíble, tampoco los invocan. ¿Qué quiero decir? Que estos movimientos no se han dado cuenta que de todo lo escrito aquí, podrían hacer una estrategia de neurocomunicación y neuromarketing políticos, para encuadrar parte de su lucha y mensaje(s).
No se han dado cuenta, pero podrían hacerlo, para blindarse en México y en organismos internacionales.
El cómo hacerlo, será motivo de otra columna.
* El autor es consultor, estudia la maestría en Comunicación, tiene estudios de doctorado en Política, de maestría en Neuromarketing, de maestría en Ciencia Política y de licenciatura en Derecho.
WhatsApp 4433-181742