Me parece que el Presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, no quiere la agenda que debe atender siendo Presidente de este país; le queman las manos, los problemas importantes de México.
Imagine usted, qué sería de la comunicación del Gobierno Federal si no comunicara el Presidente de México o si no existiera su esquema de “las mañaneras”.
¿Lo puede imaginar?
El problema del Presidente de México, es que decidió continuar con el perfil de candidato, porque esa es la careta que mejor le acomoda, que mejor conoce y que mejor explota. No es lo mismo, tener que comunicar con los tonos de conciliador, pluralista y líder democrático, que con el tono de confrontación, que suele llevarse desde la oposición o en aquellas contiendas electorales como opositor al régimen.
Andrés Manuel López Obrador no logra articular y comunicar con consistencia una agenda gubernamental, simple y sencillamente porque no la tiene.
Sus acciones de gobierno que más se parecen a una agenda de gobierno, son los temas de: El Tren Maya, El Aeropuerto de Santa Lucía y La Refinería de Dos Bocas.
Después de estos tres temas que de por sí no comunica con frecuencia, le siguen los temas de: combate a la corrupción y la aplicación de programas sociales.
Sin embargo, es muy fácil darse cuenta que su comunicación como Presidente de México está atascada en el lodo. Del tema anticorrupción, no comunica logros sustanciales, porque no los hay. Quienes saben de combate a la corrupción, explican perfectamente que este es un problema severo, que se enfrenta desarticulando “redes de corrupción”. Redes, y no solo individuos de los que se presume formaron parte de esquemas de corrupción.
Piénselo con calma. Los sujetos que hoy son parte de la narrativa anticorrupción del Gobierno de López Obrador, son solo individuos con presuntas conductas delictivas. Pero no hay ningún golpe efectivo a redes de corrupción en este país.
Ahora, le sugiero pensar en los programas sociales del gobierno federal. En realidad, la comunicación de estos programas tiene “tintes electorales”. Como hace años lo hacía el PRI, solo que con distinta comunicación y esquemas, hoy lo hace el Presidente de México; pero piense usted si hay logros que pongan a México en un lugar de privilegio por tales programas sociales.
¿Qué jóvenes de los que reciben becas están destacando en México o en el mundo?, ¿qué adultos mayores lo hacen y en qué rubros?, ¿qué cantidad de cerros se han reforestado y en qué medida se ha mejorado el medio ambiente del país?, ¿qué beneficios reales han traído las llamadas universidades Benito Juárez? Y así, le sugiero cuente con los dedos de una mano los resultados de los programas sociales multimillonarios del actual gobierno federal.
El gran problema de todo esto, es que López Obrador se quedó en “modo candidato”, es decir, comunicando como se hace la comunicación electoral. Es decir:
- Es comunicación de corto plazo.
- Es comunicación de todo o nada, a ganar o perder.
- Es comunicación para una sola persona o un equipo de campaña.
Así se comunica en campaña electoral, a diferencia de la comunicación gubernamental, la cual debe ser:
- Es comunicación a mediano y largo plazo.
- Es comunicación que busca el mayor consenso posible entre la población.
- Es comunicación para todos los habitantes del país.
Si lo aprecia, las dos comunicaciones son muy diferentes. ¿Cuál debería hacer el Presidente de una Nación?
¿Y qué decir de la agenda de México? López Obrador no quiere saber de ella. Solo tiene interés es su agenda, con el tipo de propaganda que él desea.
Lo dañino que detecto en esto, es que el cansancio comienza a cobrarle facturas al Presidente. Su estilo de gobernar y de comunicar, presenta cada día más errores. Ahora, se aprecia un Presidente fuera de timing. Visitó muy tarde Tabasco por el tema de las inundaciones; decidió no saludar públicamente el triunfo de Joe Biden; su respuesta a la Alianza Federalista de gobernadores, ha sido de encierro y desdén.
Estos desfases en tiempo y de escenarios, me recuerdan los graves errores que cometió Enrique Peña Nieto, por ejemplo, en los casos de La Casa Blanca, Ayotzinapa, el socavón de Cuernavaca, o en todos aquellos capítulos que dieron cuenta mediática de la pestilencia a corrupción de su gobierno.
Me parece que López Obrador decidió encerrarse ya en una burbuja, con su propia agenda de temas; de ahí que usted no logre apreciar resultados tangibles, mas allá de lo que ya sabe del Presidente.
La agenda de México le quema las manos, y no es para menos. Los problemas son dignos de un Presidente.
* El autor es consultor, estudia la maestría en Comunicación, tiene estudios de doctorado en Política, de maestría en Neuromarketing, de maestría en Ciencia Política y de licenciatura en Derecho.
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