Morelia, Michoacán, 16 de mayo 2022.- Mientras el gobernador Alfredo Ramírez Bedolla se la pasa festejando triunfos ajenos, tratando de dar una imagen de empatía con “el pueblo” disfrutando de bailes, inaugurando obras que no se iniciaron en su periodo de gobierno y dando declaraciones chabacanas para “caer bien”, el estado de Michoacán se resquebraja y se acentúa la crisis de ingobernabilidad. El mejor ejemplo de lo anterior ocurrió el fin de semana.
El viernes 13, en una brecha de la comunidad de San Juanito Itzícuaro en Morelia, fueron encontrados los restos de una persona, otro cuerpo, uno más de los cientos de asesinatos sin resolver en la capital michoacana. Ese mismo día por la tarde, un hombre fue ejecutado de un balazo en la cabeza en la colonia Industrial y, en la colona Niño Artillero, un sicario disparo contra un adulto mayor que resultó herido en una pierna. No hay detenidos, ni siquiera indicios que permitan dar con los asesinos.
El operativo llamado, Blindaje Morelia, encabezado por la Secretaría de Seguridad Pública (SSP) del estado, apoyado por el ejército mexicano, la Guardia Nacional y la policía local es un fiasco, lo que no distrae al gobernador Ramírez Bedolla que disfruta de un “merecido” descanso esperando el momento para llegar al Estadio Morelos y disfrutar de la final de la llamada Liga de Expansión.
Ya es sábado 14, el día señalado para el espectáculo, no hay mejor distractor que el circo disfrazado de partido de fútbol. Muy temprano en Uruapan, envuelto en una cobija tirado en un canal de aguas negras y en avanzado estado de putrefacción fue encontrado el cadáver de un cercano colaborador del fundador de los grupos de Autodefensa, Hipólito Mora. En la tenencia de Capula, encuentran el cadáver de un hombre con el rostro destrozado, irreconocible, un asesinato descarnado. Nada puede importunar ni alterar la agenda del gobernador, ¡arriba el Morelia!
¡Que bonito se ve un estadio lleno! Se agitan las banderas rojiamarillas y el ambiente es de fiesta, el preludio para el campeonato. Ramírez Bedolla sonríe y acompañado de su esposa e hijos ocupa su lugar en el recientemente remodelado palco del ejecutivo. Minutos antes, en Uruapan, un comando armado ingresa al conocido restaurante Steak House, ubicado en el transitado Paseo Lázaro Cárdenas, y ejecuta con armas largas a dos comensales. En el lugar se encontraban familias completas, niñas y niños, que al escuchar las ráfagas se tiraron al piso entre gritos y llanto.
Uno de los asesinados en el Steak House de Uruapan fue Cándido Pérez, alias “el chirrín”, detenido en el año 2014, asesino, secuestrador, extorsionador que formó parte de las organizaciones criminales, templarios y viagras.
El equipo de propaganda del gobierno estatal comienza a circular en redes sociales fotos del ejecutivo festejando el triunfo de los locales. Levanta los brazos, agita una bandera, abraza a su esposa, sonríe con el dueño del equipo, José Luis Higuera y se toma la foto con la copa en medio de los jugadores.
En Uruapan priva la confusión y el miedo. Luego de la ejecución las calles lucen vacías y la noche del sábado se cubre con un velo funesto. Mientras el circo de Ramírez Bedolla está por trasladarse del estadio Morelos al estadio de beisbol, en el municipio de Villamar, a un costado de la carretera Jacona-Jiquilpan, son encontrados los cuerpos de tres hombres semidesnudos, torturados y devastados por las balas. Ramírez Bedolla, despreocupado, baila al ritmo de Los Ángeles Azules.
Una de las tantas fotografías que dan testimonio del circo y que inundaron las redes sociales, muestran a Higuera, Ramírez Bedolla y al excandidato al gobierno del estado por el PRI, PAN y PRD, Carlos Herrera. El gobernador justificó la cercanía con su adversario, abanderado de los conservadores de la siguiente forma: “En el tema del fútbol no hay partidos políticos, tampoco hay diferencias políticas, es un tema de unidad”.
Es importante recordar que en política no existen las coincidencias; y lo que se ve, no se juzga.