Morelia, Michoacán, 20 de julio 2022.- Desde el 1 de octubre de 2021, cuando inició el periodo de gobierno de Alfredo Ramírez Bedolla, abanderado del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) y el Partido del Trabajo (PT), Michoacán está inmerso en una espiral de dislates, abusos y decisiones erróneas tomadas por quienes se ufanan de formar parte de la llamada “cuatroté”.
El reflejo incuestionable de que Morena es un grave error se nota en el descenso en la popularidad del presidente López Obrador, solo el 40.9% de la población lo aprueba, el número 31 de 32 entidades. Para que tenga una idea clara, en Aguascalientes, bastión panista, está mejor aprobado López Obrador (50.8%) que en Michoacán una entidad Morenista, según datos de Consulta Mitofsky.
Las disputas por el poder, el influyentismo y las dudas sobre el manejo de los recursos públicos, resaltan en Morena y el gobierno del estado. Hace unos días los legisladores locales morenistas, Juan Carlos Barragán, Eréndira Isauro y Julieta García, acusaron públicamente al secretario de gobierno, Carlos Torres Piña, de traicionar los principios del partido, “utilizando dinero público para avasallar a los militantes de a pie que intentan participar en un proceso interno”. Aseguran que su camarada Torres Piña, “entrega despensas y ofrece la inscripción a programas sociales a cambio de que apoyen a quienes se registraron como congresistas y pertenecen a su grupo”.
Un hecho vergonzoso que retrata fielmente la prepotencia e influyentismo de los consentidos del “movimiento” del presidente López Obrador, ocurrió la madrugada del domingo 18 de julio, cuando la delegada del Comité Ejecutivo Nacional de Morena, Giuliana Bugarini fue detenida en estado de ebriedad conduciendo su vehículo.
Según la Policía de Morelia, Bugarini se negó reiteradamente a que se le aplicara la prueba de alcoholemia en el operativo que fue detenida, por lo cual, conforme al reglamento, fue detenida y presentada ante el juez cívico. En el Centro de Detención Municipal, se pudo certificar que el nivel de alcohol en su sangren superaba 13 veces lo permitido para conducir un vehículo. En pocas palabras, una hora después de su detención, continuaba totalmente borracha.
Una de las banderas mediáticas de la actual administración morenista de Michoacán es acusar públicamente al exgobernador, Silvano Aureoles, de diversos actos relacionados con dudosos manejos administrativos, pero según señala la dirigente “en rebeldía”, de Morena, Ana Lilia Guillen, todo se trata de “juegos pirotécnicos” verbales y distractores. “Pidieron que apareciera y no tienen nada contra él, parece que todo es mediático y todo quedará en un llamado de atención. Los actores políticos que hicieron los señalamientos no tienen armados los expedientes. No pueden acusar a la ligera si no tienen los elementos de juicio”, explicó Guillén.
Las envidias, opacidad y cinismo, será marcando el ritmo político de Morena en Michoacán.