La garra con que Alito Moreno y Rubén Moreira defendieron la militarización de la seguridad pública, los pintó de cuerpo entero de guinda: traición al PRI a cambio de que no les esculquen sus fortunas ilícitas como gobernadores de Campeche y Coahuila.
En la víspera de que entrara al Pleno de la Cámara Baja la iniciativa para ampliar hasta 2028 la permanencia de la milicia en las calles, ambos personajes expusieron su bajeza: “se está con el Ejército -cuyo comandante supremo es AMLO- o con el narco”.
“Yo me sentiría mal si regresamos el Ejército a los cuarteles, porque no habría quién defendiera al pueblo en los momentos más extremos”, dijo el coahuilense. Ninguna crítica a la estrategia de seguridad del Presidente que, evidentemente, resultó fallida y que por eso estamos en momentos tan extremos.
La diputada federal Ana Lilia Herrera, priísta y del Estado de México, lo explicó claro a la hora de votar en abstención, la iniciativa de su compañera de bancada Yolanda De la Torre: “Si Morena reconoce que su estrategia de seguridad fracasó, que corrija”.
El 12 de abril de 2018 y en la tierra del cártel de Sinaloa, como candidato presidencial, López Obrador ofreció serenar el país. “Que haya abrazos, no balazos, y se acaben las masacres”. “No más asesinatos, ya no va a haber masacres porque hasta los heridos son rematados. Eso ya no. Eso es inhumano”. Pues su chistecito de los apapachos ha cobrado 135 mil muertos y más de 100 mil desaparecidos.
Si AMLO no corrige y anuncia en su mañanera que se acabaron los abrazos a los delincuentes, no cambiará la percepción social sobre el fracaso de su estrategia y ni un millón de soldados en las calles parará tanta muerte y destrucción; eso sí, desgastará a la única institución nacional, todavía respetable.
No exagero.
Ya lo vimos el lunes con la balacera en Orizaba, Veracruz, que sembró el pánico entre la población que realizaba sus actividades cotidianas. El miércoles, en el retén de la carretera Matamoros-Victoria, Tamaulipas, un guardia nacional fue acusado por un vendedor de autos, de robarle mil 800 dólares. Pobladores bloquearon la rúa y vergonzosamente, entre el personal castrense se tuvo que hacer una “vaquita” en pesos mexicanos para reponer el hurto. Y que tal los portazos a los cuarteles del Ejército en Iguala y Chilpancingo, por parte de normalistas de Ayotzinapa que reclaman vivos a los 43 y el encarcelamiento a los militares involucrados. Que ahora lo resuelva Encinas ¿no?…
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A lo que voy, es que de los 69 integrantes de la bancada del PRI en San Lázaro, anteayer, 64 votaron a favor, dos en contra, la abstención de Ana Lilia y dos ausentes; de Morena, 200 a favor, uno en contra y dos ausentes. En el Senado, la votación de la minuta se pondrá color hormiga: guindas y aliados suman 74 pero se requieren 85 para alcanzar mayoría calificada. Hasta el cierre de esta entrega, las y los 13 del tricolor seguían cantando su voto en contra.
Pero ¿cómo pudo Alito Moreno convencer a tantos de la bancada para respaldar la iniciativa que mandó Palacio Nacional? ¿Por lealtad al PRI? ¿amor a México? ¿por el pueblo? ¿o porque no están con el narco, como dijo Moreira? ¿un super bonazo de fin de año? Que tal las candidaturas que vienen, que son muchísimas y todos tienen su corazoncito. Unos querrán repetir, otros gubernaturas o el Senado.
Esta línea de análisis la podemos encontrar en el último audio que alcanzó a difundir el 11 de julio en los “martes del jaguar”, la gobernadora Layda Sansores sobre las corruptelas del impresentable del Alito, y en el que le asegura a un tal “Marco”, que se quedará al frente del PRI hasta 2024, y por tanto, decidirá el “palomeo”.
“Qué bueno que te veo. La ventaja que tengo… al tiempo… para impulsar, yo, primero Dios, y si me da vida, seguiré al frente del PRI hasta el 2024. O sea, a mí me va a tocar decidir la lista”.
“Todos esos pendejos que están allá afuera, con su ‘si no hay resultados’… ¡no! ¡se van a la verga! Yo fui electo cuatro años. Yo me quedo aquí y me vale madre lo que digan. Al final del día me toca construir la que viene. Me toca construir la que viene”…
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El tema es que la alianza opositora, sin Alito y toda su fauna de acompañamiento, no esta tan perdida como cuentan. A ras de tierra, donde se opera el voto, están requetemputados. Si los señalamientos de sus corruptelas no pegó fuerte, sí que se haya aliado con Morena y López Obrador. Resistieron tanto en 2021 para que ahora ¡entre el desgraciado!, como dice la señorita Laura.
En conversaciones con amigos priístas de hueso colorado, mientan madres a estos “dirigentes de mierda -así los calificaron- que nada más desprestigian al partido”. Y cierto, es el instituto político con más negativos por culpa de tanta traición.
Aunque la perfidia no es nueva. Viene desde el propio Enrique Peña Nieto que construyó la derrota de Pepe Meade, a cambio de inmunidad; y le siguieron los gobernadores de Sinaloa, Sonora, Campeche, Hidalgo, Oaxaca y Quintana Roo, que entregaron sus estados a Morena sin mayor resistencia electoral y todavía les dan chamba en el gobierno de la 4T.
Y tienen razón: Alito no es el PRI. Los dirigentes vienen y van, unos tan malos como el actual presidente, pero el partido siempre sigue a pesar de ellos y sus calamidades. Por eso, no hay que dar por muerta, desde ahora, la alianza “Va por México”. Muchas cosas van a pasar.
El senador Miguel Ángel Osorio Chong, que encabeza la corriente del PRI sin Alito, tiene perfectamente medidos los tiempos. El periodo concluye el 18 de agosto de 2023 y en septiembre inicia el proceso electoral 2024 y a principios de este año se estarían definiendo las candidaturas. Así que a Alito, no le toca decidir la lista…
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Hasta que las mujeres hicieron valer su peso en el segundo año de la 75 Legislatura local. Por primera vez, dos mujeres presiden la Junta de Coordinación Política y la Mesa Directiva: Mónica Lariza Pérez Campos y Julieta García Zepeda.
En la integración de la Jucopo tienen mayoría: de ellas dos, la nueva coordinadora de Morena, Anabet Franco Carrizales, Julieta Gallardo Mora y Luz María García García, frente a tres varones Jesús Hernández Peña, Reyes Galindo Pedraza y Víctor Manríquez González.
Toda la Mesa Directiva es de mujeres, pues con García Zepeda, están como vicepresidenta, Eréndira Isauro Hernández; primera secretaría, Daniela de los Santos; segunda secretaría, Liz Hernández, y Gabriela Cázares, en la tercera.
Ojalá que las cosas cambien en el Congreso michoacano, porque para puras vergüenzas; el primer año trascendió por los escándalos de corrupción y raterías, por el entreguismo al Ejecutivo estatal y lo peor, el odio sotanero de Baltazar Gaona contra todo lo que huela a feminismo y derechos humanos de las mujeres…
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LA COMIDILLA
Las encuestas mandadas a hacer para inducir la percepción de que el gobernador Alfredo Ramírez está bien calificado. Las de esta semana, de El Universal le otorga 64 por ciento de aprobación y Enkoll, 76 por ciento. Lo interesante es que siguen incorporando la medición sobre el ex gobernador Silvano Aureoles y en las que obviamente resulta reprobadísimo. ¿Tan acomplejado lo tiene al ex perredista?…