No fue el “pueblo bueno”, aquel que compra con programas sociales para que respalden “la transformación” -¿qué no es delito grave comprar votos con recursos públicos?- y mucho menos el jodón conservadurismo donde mete a empresarios, intelectuales, médicos, organizaciones civiles, prensa y niños con cáncer. No. Vino a ser el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, el que obligó a López Obrador a dejar de hacerle al pendejo con los abrazos a los criminales.
Ahora sí, ¡gracias Biden!
Hasta el cierre de esta entrega, no se confirmaba la extradición inmediata a Estados Unidos, de Ovidio Guzmán, quien junto con sus hermanos Joaquín, Iván Archivaldo y Jesús Alfredo, todos hijos de “El Chapo”, enfrentan cargos federales por tráfico de drogas en ese país. Curiosamente, aun cuando todo el mundo sabe que dirigen el cártel de Sinaloa, no son perseguidos por la justicia mexicana.
La recaptura de Ovidio -remember el “Culiacanazo” de 2019-, el abatimiento de “El Neto”, líder de los Mexicles -la fuga masiva en el penal de Ciudad Juárez el 1 de enero con saldo de 17 muertos- y la detención, el 20 de diciembre, de “Tony Montana”, hermano de “El Mencho”, jefe del CJNG, desde luego que tienen todo qué ver con la visita, el próximo lunes 9, del mandatario estadunidense para la Cumbre de Líderes de América del Norte y en la que participa igual, el primer ministro canadiense, Justin Trudeau.
Así habrán estado los encuentros preparatorios de la primera visita de Biden a México, específicamente en materia de seguridad y combate al narcotráfico, que López Obrador tuvo que reconsiderar su amistosa relación con los “Chapitos” y la abuelita.
Desde la madrugada de ayer, Culiacán reportó narcobloqueos y balaceras a partir de la detención de un grupo de hombres armados, según informó ya a medio día, el titular de la Sedena, Luis Cresencio Sandoval. Entre los detenidos, se encontraba “El Ratón” Guzmán. Y ojo: dijo el general que “se le encontró en posesión de un arma de fuego de uso exclusivo del Ejército”. Ahora no vaya a ser que al rato recupere nuevamente su libertad porque en México no tiene ninguna denuncia en su contra.
El reporte que brindó a la prensa el general Sandoval, es confuso en dos aspectos y lleva a conjeturar que el operativo fue dirigido por la DEA: primero dice que la aprehensión del presunto líder de la organización “Los Menores, ligado al Cártel del Pacífico (Sinaloa), derivó de seis meses de reconocimiento de vigilancia e inteligencia”.
En los pormenores, señaló que “personal de la Guardia Nacional y personal del Ejército, lograron detectar a camionetas con personas armadas, por lo que se coordinaron con personal militar de la novena zona militar. Se estableció un esquema operativo de seguridad institucional estableciendo un cerco militar sobre los vehículos y los revisaron, momento en que personal militar fue agredido con armas de fuego. Después de controlar la agresión directa en contra de las fuerzas de seguridad se identificó a Ovidio N. Quien tenía armas”.
Entonces, ¿lo estaban “cazando” desde hace medio año o fue un chiripazo de un patrullaje de rutina? Esto da pie a la especulación: ¿negociará AMLO con Biden, la extradición de Ovidio, por quien hay una recompensa de 5 millones de dólares? Bueno, es más que la piscacha de 3.5 millones de dólares que ofreció Emilio Lozoya como reparación del daño.
Pero la mejor prueba de que la recaptura de Ovidio y de “El Neto” aunque sea difunto, fueron obligadas por la visita de Joe Biden, es que López Obrador no lo cacaraqueó como habría querido en la “mañanera” de ese jueves. El tema era para lucirse, echar la cohetiza entera para que retumbara el cielo, taparle el hocico al conservadurismo; que igual ataca las causas como detiene a los grandes capos.
Por otras cosas se ha ido de boca.
¿Qué es eso de aceptar públicamente que ayuda a los pobres por estrategia política? Reparte dinero porque así “va uno a la segura, porque ya sabe que cuando se necesite defender (votar), en este caso la transformación, se cuenta con el apoyo de ellos”.
Y todavía dice que “no es un asunto personal”. O sea, necesita una base social que lo apoye. Es igualito a lo que hacen los malandrosos: pagan para que “el pueblo” vigile, proteja y se movilice en contra de militares y marinos. Desde luego también vota para que lleguen a los gobiernos quienes los narcos deciden.
Al cierre de esta columna, Sinaloa no recuperaba aun la tranquilidad pero por fortuna no se reportaban víctimas inocentes.
Romper con los “Chapos” traerá consecuencias en muchos sentidos y se verán tras la visita de Biden, quien ya no esta dispuesto a seguir viéndose como un timorato ante los estadunidenses, particularmente los republicanos, que le han reprochado ser tan condescendiente con el dictadorzuelo…
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Y a propósito de la crítica de AMLO al académico de la UNAM, Guillermo Sheridan, lo reitero aunque muchos se emputen: bendita prensa metiche, investigativa, denunciativa, crítica; si no es por ella -aceptémoslo-, el tirano se habría apoderado por completo de la Suprema Corte, y sí, que a México Dios nos salve.
El 21 de diciembre, Sheridan, articulista de LatinUs, reveló con pruebas irrefutables, lo corrupta y tramposa que es la ministra Yasmín Esquivel, hasta ese mes, candidata de López Obrador a la presidencia de la Suprema Corte de Justicia de la Nación y que le garantizaría el continuismo a la sumisión del Poder Judicial.
Pero Dios es grande y la social media también, que regó como pólvora el “pecado de juventud” de Yasmín, a todas luces imperdonable por inmoral y carente totalmente de ética profesional, y que obligó al Colegiado a rechazar tal postulación.
Solo un ministro la avaló. Cuentan que fue el propio Arturo Saldívar, ministro presidente saliente que le vendió el alma al diablo en 2018. Hoy tan solo espera que lo rescate con alguna chambita en el gobierno central, porque en la Corte, junto con la Esquivel, ya están manchados y en algún momento enfrentarán el juicio público.
Las lecciones de toda esta porquería, es que el Presidente, en su mundito de la 4T, seguirá defendiendo corruptos, ladrones, violadores, acosadores y plagiarios, “pecados” que siempre perdona mientras sean devotos seguidores de su secta política. Pero también, el tirano ahora sí encarará la “Norma” Constitucional.
La nueva presidenta de la SCJN, Norma Lucía Piña, una ministra nada protagónica ni mediática, como cuenta la colega Luzma Sánchez, es una recalcitrante protectora de la Constitución y se ha manifestado en contra de varias de las locuras de López Obrador, como fue la ampliación por dos años más, de la permanencia del vendido Arturo Zaldívar, al frente de la Corte.
Se opuso también a la prohibición de que ex funcionarios de primer nivel, pudieran ocuparse en la iniciativa privada por los siguientes 10 años. Casos como el de los ex secretarios de Hacienda, Carlos Urzúa y Arturo Herrera y ahora se sumaría el ex subgobernador del Banco de México, Gerardo Esquivel Hernández; dijo no al registro del Padrón Nacional de Usuarios de Telefonía Móvil (Panaut) y votó en contra de las reformas a la Ley de la Industria Eléctrica (ILE), y es contraria a la prisión preventiva oficiosa.
Con esos antecedentes, al Ejecutivo federal ya no le gustó la presidencia de Norma Lucía, y veladamente le declaró la guerra.
En este tema, también se fue de boca. ¿Qué tenía que revelar que la misma Yasmín Esquivel votó a favor de la ministra Piña y no del plan “b” de AMLO, que era el ministro Alfredo Gutiérrez Ortiz Mena? Fue el voto para el género, pero el Presidente jamás de los jamases lo va a entender porque es machista y misógino.
Y qué tal con esa súplica a Joe Biden para que aterrice en su central avionera, porque es de interés político para el Presidente de México. ¿Qué nos teníamos que enterar de tal humillación? Porque lo mandó por las cocas, al no reunir el AIFA las condiciones de seguridad que exige el servicio secreto estadunidense.
De veras que cada vez esta más deschavetado…