Luego de siete décadas de gobiernos de partido único, en el 2000, creímos que la alternancia era la gran solución para el país; 12 años después, la cara bonita fue todo un fiasco; en 2018 nos dieron ganso por liebre y ha resultado el Presidente más inepto, mentiroso y terco de la historia.
Y sí. Se lo debemos a 30 millones electores que cayeron en sus chapuzas, frente a 59 millones, que no votaron por él ni por nadie (34 millones) y los que eligieron otros candidatos (25 millones). En las intermedias del 2021, 10 millones de desilusionados se bajaron de la locomotora de la 4T, pero tampoco favorecieron a la oposición (44 millones).
¿Repetirá la historia el próximo año? Tengo mis dudas.
López Obrador sabe que no, y le apuesta a lo único que le ha funcionado, los programas sociales. “Amor con amor se paga”, que quiere decir: voto con “apoyo” se paga. Pero tiene también toda esa estructura burocrática federal y en 22 estados que gobierna. Que no es cualquier cosa, considerando que son 5.8 millones de servidores públicos que hay en el país -como reportó el Inegi en 2020 en sus datos más actualizados- y sus familias. Su reto es garantizar -bajo amenaza de despido, como sucede- que voten por Morena y controlar las elecciones a través de sus ejércitos: el militar y el social con los “servidores de la nación”.
Porque ese es el tema con la reforma electoral del Presidente. No, que México gaste mucho en democracia. El presupuesto del INE representa apenas el 0.2 por ciento del total del gasto federal que asciende a 8.3 billones de pesos este año.
También se puede contrastar el gasto para elecciones, por ejemplo, con el de la Sedena que ejerce cerca de 350 mil mdp este 2023, o los programas sociales que consumirán 600 mil mdp. Cabe la pregunta: ¿corresponden estos dineros públicos a una notable mejora en seguridad y reducción de pobreza? Entonces, ¿qué es mucho o poco para una democracia electoral confiable como la que tenemos?
Coincidan o no con mi planteo, me aterra siquiera pensar que las elecciones terminen en manos de esta estructura de 18 mil 300 “servidores de la nación”, que no son otra cosa que operadores políticos de Morena cobrando en la Secretaría del Bienestar.
De acuerdo al análisis del impacto del Plan B, aprobado ya y en espera que entre en vigor, son unos 6 mil empleados que serán despedidos; tan solo la estructura del Servicio Profesional Electoral Nacional que actualmente consta de una plantilla de 2,571 trabajadores calificados con altos estándares de calidad y eficiencia y que cada año son evaluados y certificados, se reducirá a 396.
Esto nos da una idea de la gravedad del problema. ¿Cómo podrán estos pocos profesionales, cumplir con la organización y operación -considerando la eliminación de las juntas distritales- de los comicios del 2024, que se renuevan la Presidencia, el Senado, la Cámara de Diputados, 9 gubernaturas, 30 congresos estatales y ayuntamientos?
Entonces, el Plan “S” -por siniestro- de AMLO, es salir un día en la mañanera con que se equivocó, y que siempre sí, requiere de más personal para sacar adelante los comicios. Ya lo oigo: que mejor que ahora el “pueblo” honesto, bueno, que no aspira a jugosos sueldos, participe en la organización y cuide que se respete el voto, porque los “otros” nada más se prestaban al fraude del conservadurismo. Lo que son las cosas, todos en el INE, desde las y los consejeros hasta el más modesto colaborador, con su trabajo, han validado los triunfos de AMLO y su partido.
Y todavía el Registro Nacional de Electores en manos de la estructura lopezobradorista. Nada más no hay que olvidar que contiene los 16 datos personales de cada votante, incluidas las huellas dactilares y fotografía.
Por eso, millones de ciudadanas y ciudadanos no estamos de acuerdo con el retroceso democrático, como lo pretende López Obrador. Mucho costó arrebatarle a la hegemonía priísta el control de las elecciones, para que ahora lo recupere en su versión Morena…
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Por eso, este domingo 26 de febrero volveremos a salir a las calles para expresarle a la Suprema Corte de Justicia de la Nación: #MiVotoNoSeToca.
Y que nadie se ofenda por el escupidero de insultos cuatroteístas sobre las marchas. Por el contrario, de ese tamaño es el miedo y cobardía. Que digan misa; que es el PRI, PAN y PRD, que es por García Luna, que por la corrupción. Sin la razón de su lado, recurren al vituperio.
Hasta el cierre de esta entrega, ya eran cerca de 120 organizaciones civiles dispuestas a manifestarse en el Zócalo capitalino y en más de 80 ciudades del país y el extranjero. Entre ellas, Poder Ciudadano, Sí Por México, Unidos por México, UNE México, Sociedad Civil México, el Frente Cívico Nacional; Sí por México, Impacto Legislativo, Sélvamedel Tren, Misión Rescate México, Unidos Somos Futuro.
Anteayer, los dirigentes del PRD, Octavio Ocampo, y del partido naranja, Toño Carreño, en sus respectivas ruedas de prensa, anunciaron su adhesión a la marcha ciudadana que se realice en Morelia. La aclaración fue muy puntual: nos sumamos, no organizamos; unos participarán en bloque y otros no, porque las calles son de las y los ciudadanos.
Y si que hace ruido el ex gobernador Silvano Aureoles con la caravana del PRD rumbo a la concentración del domingo 26, en Zócalo capitalino. Conforme avanza, despierta a la militancia que estuvo tan abandonada por una dirigencia nacional tan omisa. El miércoles entró al Estado de México con elecciones en junio próximo, y para la alianza opositora que impulsa a Alejandra del Moral, uno, dos votos, los que sean, cuenta…
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A principios de febrero, leí un tuit del empresario Claudio X. González, fundador de la organización civil Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad, así como participante de “Sí por México”. Daba siete claves para el triunfo de la alianza opositora el próximo año y que esta columnista interpreta asiii…
1.- Que los dirigentes del PRI, PAN y PRD ya se dejen de vedetismos y trabajen en serio la unidad interna, porque la lealtad partidista es especie extinguida. Coincido con Felipe Calderón que los partidos se tienen que reconstruir desde la ciudadanía.
2.- Hacerle entender a Dante Delgado que ya no puede jugarle a “neutrón”. Son tiempos de definiciones, lo ha dicho López Obrador. Y no hay más que de dos sopas: democracia o autocracia.
3.- El triunfo en los comicios del Edomex y Coahuila son importantísimos, por lo que la alianza tendrá que innovar y sacudirse la simulación y las mañas.
4.- La defensa del INE, ahora en la Suprema Corte.
Las claves 5, 6 y 7, de Claudio, se refieren al método para elegir a la candidata o candidato presidencial, la propuesta y lo más cañón pero no imposible de alcanzar: convencer a los millones de apáticos, apartidistas y apolíticos, que nunca votan porque “todos los partidos son iguales” y la política es un asco.
Sí. Totalmente de acuerdo. Pero en estos momentos, el valemadrismo no se vale.
Son varias las razones del abstencionismo, ampliamente estudiado porque en cada elección supera en mucho la participación en las urnas. López Obrador alcanzó 53 por ciento de la votación total emitida (55 millones) y ya por eso fue histórico. El tema, es que si no participan, no exigen, y por eso nada cambia. Si llegan corruptos y ladrones al poder, es gracias a los que sí votan.
La alternancia, como vemos, no ha sido la solución. Porque ya no se trata de partidos ni de sus desdibujadas ideologías, ni de neoliberalismo o cuatroteísmo, que aun no alcanza siquiera una definición concreta. Se trata ahora, de decidir sistema político: quedarnos con la democracia, con todas las libertades y derechos que implica, o autocracia, que una sola persona decida sobre todos nosotros en el peor de los contextos: el pacto de López Obrador con los militares.
Por eso es el tiempo de la organización ciudadana. Convencernos que los partidos de la alianza son el medio y no el fin. Exijamos desde la sociedad civil, un candidato o candidata presidencial que genere confianza y certeza para conducir una propuesta viable para atender los grandes problemas nacionales sin demagogia ni propaganda barata como convenció el Peje…