Morelia, Michoacán.- La tasa de vida de las mujeres trans es de 35 años y en hombres llega a los 50. En el primer caso por asesinatos o automedicación y en el segundo generalmente llega a ser por suicidios, informó Aurora Monje, lingüista egresada de la Facultad de Letras de la UMSNH, transfeminista, activista LGBTQ+ y coordinadora de la Red Michoacana de personas Trans (ReMiTrans).
Aunque la sociedad esté preparada o no para aceptar que haya quienes quieren cambiar de sexo, dijo, es una realidad latente y no se trata de que a cada quien hay que respetarle lo que desee hacer con su cuerpo.
De hecho, aprovechó para enviar un mensaje a los padres de familia que se niegan a apoyar a sus hijos: “o los aceptas o pierdes una relación con él o ella, en algún punto la disforia es tan fuerte que no te importa el mundo, pese a la violencia o golpes por los que atraviesan”.
Esa necesidad de cambiar, añadió, hay que respetarla porque lo de contrario la llevan a cabo sin una supervisión profesional y hay quienes han llegado a fallecer por automedicarse y es que muchos caen en depresión, hipertensión y paros cardiacos. En hombres trans la mayor incidencia está en los paros cardiacos y en mujeres trans problemas en el hígado “pero aun así se la juegan”
En entrevista, sostuvo que son muy caros los tratamientos para cambio de sexo y es que son muy pocas las atenciones que se dan en el sector público, es decir en la Secretaría de Salud, pero sí es más barato para los hombres trans.
Además, no está establecido en la ley que se dé tratamiento a cualquiera que llegue y comente que tiene disforia de género; tienen que pelear para ello y no siempre salen victoriosos.
En su caso particular, tuvo que acudir a varias citas particulares, alrededor de 10 con un costo cada una de 800 pesos, le pidieron diversos análisis que se los realizó también de manera particular, así que de entrada en las primeras citas erogó más de seis mil pesos, sin contar los análisis y posteriormente los medicamentos, mismos que no existen en el mercado de genéricos.
Dejó en claro que la legislación está a la vanguardia en materia de inclusión, pero no para que se den los tratamientos a personas con disforia de género.
Monje aseguró que vive las mismas agresiones en contra de las mujeres, físicas y sexuales; acoso, discriminación, pero anteriormente “eran situaciones horribles, en las escuelas, en los bancos porque mi identificación decía un nombre distinto (de hombre) y fue difícil renunciar a lo que muchos llaman los privilegios de ser hombre”. Lamentó que sigan las situaciones de opresión por ser mujer y que ella actualmente las padece.