Hace unos días, el Presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, dijo que no se pondría cubrebocas, hasta que terminara la corrupción en el país.
Esta declaración que hizo en una de sus ruedas de prensa “mañaneras”, me parece una magnífica oportunidad para analizar lo que hay detrás de su comunicación verbal, no verbal, su retórica y discurso.
- Cuando le preguntaron si usaría el cubrebocas por el tema de la enfermedad Covid-19, su lenguaje corporal mostró gestos de incomodidad. Además, aprecié y confirmé que el Presidente López Obrador es un ser humano sumamente impulsivo. La respuesta que dio -en mi opinión- la ofreció como escudo a “no pretender dejar de expresarse”. Me da la impresión, que así interpretó la petición que le hicieron de ponerse un “cubre-bocas”.
- Ahora un poco de neurociencia. Su cerebro reptil (el instintivo) es sumamente sensible. Responde al primer estímulo. El cerebro reptil da respuestas instintivas, para sobrevivir (ejemplo: cuando vas por un vaso con agua, es porque ya tienes cierta deshidratación y tu cerebro reptil garantiza tu sobrevivencia). El cerebro reptil del Presidente, le está indicando que todo es prácticamente una amenaza, por lo tanto, se defiende de manera no racional.
- Con esta respuesta, su retórica se muestra simplista, pues carece de argumentos. Su retórica suele centrarse en el ethos, es decir, López Obrador apela a su “superioridad moral”, lo que para Aristóteles implicaba que el orador persuadiera a partir de mostrar autoridad o prestigio. Además, su retórica se soporta principalmente en el pathos, es decir, en las frases tendientes a despertar emociones, afectos. El especialista en Marketing, Seth Godin, señala que “no son los hechos los que cambian el comportamiento de la gente. Es la emoción la que cambia su comportamiento”. Aquí debo decir algo que me resulta evidente: López Obrador está entrenado con esquemas propagandísticos, es decir, para despertar emociones principalmente, antes que despertar la racionalidad en el cerebro de las personas.
- Su frase de no ponerse el cubrebocas hasta que termine la corrupción, contiene un reconocimiento tácito del fracaso de su gobierno en el combate a la corrupción. ¿Por qué lo digo?, lo explico con un axioma simple, que hago de las propias aseveraciones del Presidente de México.
- López Obrador combate eficazmente la corrupción.
- López Obrador se pondrá el cubrebocas hasta que deje de haber corrupción.
- Por lo tanto, López Obrador no es eficaz en el combate a la corrupción.
El propio Presidente de México ha sacado un pañuelo blanco, por lo menos en tres mañaneras, asegurando que en su gobierno ya se acabó la corrupción. ¿Entonces qué pasa?. Sucede que en realidad está mintiendo y lo reconoció implícitamente.
- Hay un metadiscurso en López Obrador: Hay que ser un mentiroso para asegurar que ya no hay corrupción en el gobierno de México, y falta ser ingenuo para creer esta mentira.
Ahora bien, ¿por qué si estas cosas que he señalado son evidentes para algunos, para otras personas no lo son?.
Les puedo asegurar que Andrés Manuel López Obrador utiliza técnicas de persuasión, sustentadas en neurociencia, que son efectivas para el cerebro reptil y el sistema límbico de sus fieles seguidores.
Pero de eso, hablaremos en otra oportunidad.
* El autor es consultor, estudia la maestría en Comunicación, tiene estudios de doctorado en Política, de maestría en Neuromarketing, de maestría en Ciencia Política y de licenciatura en Derecho.
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