“Dedico estas líneas a mi hermano Estanislao Martínez Coronel, a mi amiga y amigo Fermina Arellano y Juan Romero que han padecido de COVID, en especial a Cruz Jasso Ramírez que hoy está en pos de la eternidad”
Nada será igual, eso es indudable. La pandemia ha transformado al mundo en muchos aspectos, lo que antes hacíamos de manera normal ahora es imposible hacerlo de la misma forma. Zozobra, miedo, temor, incertidumbre son algunos de los adjetivos que nos aquejan a la humanidad. La realidad que vivimos es muy alejada a pronósticos que se elaboraron sobre una circunstancia como la que ahora atravesamos.
La ciencia señalaba la posibilidad de una enfermedad como la que padecemos, pero las consecuencias nunca se imaginaron de esta manera. No es un escenario catastrófico, pero es importante dimensionar donde nos encontramos, pero lo más importante, que es lo que nos espera.
Conforme a la información proveniente de la Organización Mundial de la Salud, hoy hemos prácticamente llegado a los 22 millones de casos en el mundo y a casi 800,000 mil defunciones. De esta información debemos resaltar que se trata de cifras oficiales de casos que han sido debidamente reportados y comprobados por los diferentes gobiernos; los expertos señalan que las cifras son inmensamente mayores a las oficiales, lo que resulta una cuestión lógica y normal tratándose de un conteo mundial.
Como pocas veces la ciencia se ha unido para afrontar el problema, las y los especialistas refieren que existen más de 150 proyectos de vacuna en diferentes países, unos más adelantados que otros, pero compartiendo la información entre todos, el objetivo es claro: lograr la vacuna lo más pronto posible ya que cada día se presentan más contagios y defunciones.
Algo que en un principio de este año se veía lejano, ha llegado prácticamente a todos los municipios de México, no hay lugar en el mapa que podamos señalar como exento de la enfermedad. El virus está aquí y no se ira pronto, esa es la verdad de las cosas.
Los contagios aumentaran, las defunciones también, eso es consecuencia de la circulación del virus por todo el territorio nacional.
No es nada bueno lo que se augura, tampoco de proporciones apocalípticas. No se trata de un evento conspirativo de la elite mundial como se ha señalado en muchos foros, tampoco un castigo de la divinidad, es simple y sencillamente una enfermedad más, como han existido a lo largo de la historia.
No nos equivoquemos, la pandemia no está controlada, por el contrario, su poder de contagio se siente en todos lados. Tampoco nos equivoquemos pensando que el gobierno controlará la enfermedad, quizás pueda suceder cuando se disperse la vacuna en toda la república, de otra manera se ve imposible.
Pegara fuerte por todos lados, esa es la verdad, es un escenario para el que debemos prepararnos.
La economía sufrirá un gran descalabro. La educación tendrá un enorme retraso en todos los niveles, por primera vez, desde hace mucho tiempo mucha niñez se quedarán sin acceso a la educación y el estado mexicano no tendrá forma de garantizar que llegue a donde ellos están. La educación superior también retrocederá enormemente, por más que se diga que la educación en línea suplirá la presencial.
¿Pesimista? Por supuesto que no, creo que las cosas deben decirse con todas sus letras, de manera directa, sin engaños ni populismos. Lo que acontece no es propiamente responsabilidad del gobierno, aunque si la forma de afrontar el problema, luego entonces, debemos de partir de la realidad, por más dura que esta pueda ser.
Nos espera, más trabajo, esfuerzo, dedicación, hasta sufrimiento por los estragos que esta dejado este mal en la sociedad.
Tenemos la obligación de contribuir todas las personas para salir mejor librados, no podemos eludir la responsabilidad y el compromiso.
Nos esperan momentos difíciles, es cierto, pero ninguna época ha estado libre de problemas. Hoy en la sociedad de la información, de los avances científicos, les espera un gran reto para superar los problemas que conlleva la pandemia. No será fácil, tampoco imposible.
Me queda claro, el asunto será superado, con el gobierno o sin él, es un asunto de supervivencia y en ese contexto las sociedades fácilmente rebasan a sus autoridades.
¿Que nos espera? Es la interrogante, la respuesta la podemos tener de una u otra manera, lo que no está permitido es quedarse quieto. Debemos reflexionar sobre lo que estamos aportando y como estamos participando y, en su caso, actuar en consecuencia.
Esta pandemia es, en efecto, lo más democrático que hemos tenido en el mundo, ha pegado a todos por igual, pobres y ricos, creyentes y ateos, hombres y mujeres. Todos estamos metidos en la escena, no hay quien pueda decir que no le afecta.
Así las cosas, lo que nos depara éste problema y sus secuelas dependen en gran medida de nosotros. El que no lo vea así, quizás es hora que busque otro planeta, no hay de otra.