En el marco del ocho de marzo (8-M) Día Internacional de la Mujer, lo del Palacio Nacional de México y su nuevo muro, será una lucha de narrativas y encuadres conceptuales (mentales) entre obradoristas y antiobradoristas. ¿Por qué lo digo?
Porque el Presidente de México, Andrés Manuel López Obrador y su equipo de comunicación han empujado el hashtag #MuroDeLaPaz, que es la etiqueta con la cual desean atrapar el debate público, por lo tanto, todo lo que diga el Presidente López Obrador girará en torno a: “que él tiene el interés de garantizar la paz a las mujeres mexicanas y evitar provocaciones”.
Veamos algunos ejemplos que podrían presentarse: seguramente el Presidente dirá en la mañanera, “no caeremos en provocaciones”; “nuestros adversarios se pueden infiltrar y provocar violencia”; sacará un pañuelo blanco y lo agitará como símbolo de paz, etc.
Este encuadre comunicacional no es del todo malo porque comunica en positivo, sin embargo, a la mesa presidencial le hace falta una pata y está debilitada: este encuadre genera disonancia cognitiva (estado de incongruencia) en el cerebro de los mexicanos; ¿por qué? porque la imagen del muro de fierro (vallas) en el Palacio Nacional, es demasiado poderosa y ha quedado anclada en la mente de los mexicanos.
¿Cómo lo explico? Simple: El cerebro humano realiza procesos mentales por asociación y cuando vemos la imagen de un muro, en nuestra mente aparecen palabras como “dividir”, “delimitar”, “separar”, “barrera”. ¿Por qué sucede esto? Porque en nuestra cultura así lo hemos aprendido; un muro es una barrera o sirve para dividir, delimitar, separar. Por ello, aunque López Obrador impulse el concepto “Muro de Paz”, en la mente de millones de mexicanos con toda seguridad se percibirá la incongruencia del Presidente y su gobierno. De entrada, la palabra Muro tira por tierra todo intento de comunicar con eficacia de parte de AMLO.
¿Pero qué decir del encuadre comunicacional que empujan los antiobradoristas?
Los opositores al Presidente de México han salido con el hashtag #AMLOTieneMiedo, que es una etiqueta con la cual quieren generar la idea de que el Presidente tiene miedo a las mujeres.
Para mí, este encuadre es débil. ¿Por qué? Porque el miedo es una condición natural de los seres humanos y en muchas ocasiones no se ve mal, por lo menos no en la cultura mexicana. No es malo sentir miedo, por el contrario, en ocasiones genera lástima y apoyo (apapachamos y apoyamos al débil para que salga del miedo).
Desde luego, este presunto “miedo” del Presidente se debe entender en todo el contexto del 8-M y se sabe que en realidad el muro de fierro de Palacio Nacional lo pusieron para evitar que sea violentado el edificio.
Aquí otra clave: Evitar que violenten el Palacio. ¿Por qué?
Porque López Obrador ha venido desarrollando un relato político donde comunicar símbolos es muy importante, pues le ayuda a fortalecer su imagen y debilitar la imagen de los gobernantes “conservadores” del pasado, como los ha enmarcado él.
Lo explico de manera más simple: el Palacio Nacional es lo que utiliza López Obrador, a diferencia de la residencia de Los Pinos, que fue utilizada por los presidentes de la República del pasado. De ahí la relevancia de mantener limpio, sin daños, sin violaciones, sin rasguños el Palacio Nacional; no porque sea “patrimonio nacional” como lo dijo el propio Presidente, sino porque lastimar ese edificio poderoso, sería lastimar el símbolo con el que López Obrador edifica su relato de gobierno; sería como lastimarlo a él. ¿Recuerda cuando E.U.A. entró a Irak y por la televisión nos hicieron ver cómo los irakies derribaron la estatua de Sadam Huseim? La violación a esa estatua representó en la mente de las personas, la caída del líder supremo y de su régimen.
Regreso. La etiqueta de los opositores es débil porque comunica y genera la percepción de un Presidente miedoso, lo cual producirá lastima y apoyo en muchos, pero no hace trascender una idea más persuasiva y apegada a la verdad de los hechos.
Ese muro de fierro se levantó porque Andrés Manuel López Obrador siempre ha negado la fuerza y la importancia de las luchas, las causas y la aportación de las mujeres a la vida democrática de México.
Ejemplos de esta negación hay muchos en internet, solo basta con investigar.
El Presidente de México es un político conservador, formado bajo códigos machistas; “el ganó el poder y lo merece todo”.
Esta negación es lo que debería servir como referencia para todo un encuadre conceptual.
Estaré atento para conocer las narrativas del Presidente, su equipo de comunicación y las narrativas de sus opositores.
En las calles habrá acciones, que generarán percepciones, imágenes, emociones y sentimientos en el cerebro de los mexicanos y de eso se trata una parte de la neurocomunicación y el neuromarketing políticos: de construir encuadres mentales.
* El autor es consultor, estudia la maestría en Comunicación, tiene estudios de doctorado en Política, de maestría en Neuromarketing, de maestría en Ciencia Política y de licenciatura en Derecho.
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