En realidad, hay tres tipos de audiencia en toda campaña política en México:
- El voto duro del partido o los simpatizantes casi convencidos, que verán noticias y redes sociales que hablen de sus candidatos o partidos. Ellas y ellos vivirán estas campañas con el sesgo de confirmación y más bien estarán sumergidos en una burbuja que les hará creer que van arriba, que su gallo es el mejor y que los otros no se ven en las campañas. Esto lo provoca el algoritmo de cada red social que utiliza inteligencia artificial, aunque mucha gente no lo sabe. Pero, además, también lo provoca –como dije- el sesgo de confirmación, que es algo que hoy se entiende con el uso de la neurociencia aplicada a la comunicación y al marketing. Este sesgo de confirmación hará que militantes y simpatizantes vivan en el autoengaño, al igual que los equipos de campaña.
- El ciudadano que está un poco más interesado en las campañas, que está medio enterado de que habrá elecciones y por lo tanto mostrará un poco de interés por saber qué se ofrece de propuestas; sobre todo, escuchará lo que le digan sus amistades, las cadenas en WhatsApp, y creerá mucho de lo que difundan en fakenews.
- El ciudadano que en realidad no tiene interés en la política y en las campañas, que no ha sido conectado por los políticos, ni ahora, ni antes. Terminará enterándose que hay campañas y que habrá elecciones por el bullicio en las calles, en los cruceros, y porque las banderas y batucadas captarán su atención. Pero en realidad, poco o nada lo motivarán. La razón es simple y la repito: los partidos políticos y los políticos no trabajaron para recuperar la confianza y la credibilidad, como marcas políticas.
¿Qué esperar entonces de las campañas que ya iniciaron?
Será muy interesante, desde una perspectiva de neurocomunicación y neuromarketing político, conocer los nuevos modelos de comunicación política que aplicarán, y las nuevas herramientas de marketing político que utilizarán.
Si salen a campañas con neurocomunicación y neuromarketing político, será un lujo y nos permitirá avanzar en el aprendizaje del arte de persuadir con la comunicación, las imágenes, los cinco sentidos, los mensajes, las redes sociales, la oratoria, el lenguaje corporal, los rituales de marca política, y un largo etcétera.
¿Saldrán con rituales de marca política? No lo sé.
¿Crearán marcas sonido? No lo sé, pero es de lo más poderoso que hay para persuadir.
¿Saldrán con espectaculares e imágenes pensadas con neuromarketing político?, ¿conocerán el poder que tiene la imagen de los ojos?, ¿grandes o pequeños? No lo sé, pero podría suceder. Difícil no es.
¿Insistirán en los eventos masivos a pesar de que existe una asociación muy fuerte de ese tipo de imágenes con “acarreo” y lonches a gente que no sabe a qué asiste?
¿Saldrán con una oratoria más ligera? A mis clientes les muestro modelos más modernos y persuasivos de oratoria y se sienten cómodos, pero ahora habrá que esperar para observar.
¿Pedirán debates o los evadirán porque no se prepararon para debatir y en oratoria política? Es posible que veamos algunos debatientes, y será interesante observarlos.
¿Se habrán preparado en lenguajes corporal y paraverbal?, ¿sabrán que lo que menos transmite emociones es el lenguaje verbal?, y si dan discursos largos y con frases trilladas, aún peor.
¿Utilizarán la técnica del Storytelling y en qué relato político lo montarán?, ¿habrán construido un relato político para sus campañas? No lo sé. No es algo que vea en los políticos, salvo en unos cuantos con buenos equipos de comunicación.
Caray, hay tantas cosas que se podrán observar en dos meses de campañas electorales.
Será una maestría exprés para quienes deseamos conocer lo más novedoso del arte de comunicar en campañas, y si le agregan neurociencia, qué mejor. Dispongámonos a seguir aprendiendo.
* El autor es consultor, estudia la maestría en Comunicación, tiene estudios de doctorado en Política, de maestría en Neuromarketing, de maestría en Ciencia Política y de licenciatura en Derecho.
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