Hay indicios claros de una elección de Estado en México, impulsada desde Palacio Nacional, reconoce el candidato a gobernador de Michoacán por la alianza PAN, PRI y PRD, Carlos Herrera Tello. Y ante un escenario catastrófico de esa naturaleza, considera dos elementos fundamentales: la participación ciudadana en las urnas y la observancia internacional.
El domingo 2 de mayo, el candidato aliancista anunció en un evento organizado en el estadio Morelos, que había logrado rebasar por cuatro puntos a Morena, de acuerdo a su propia medición. La encuesta de Alejandro Moreno, publicada en El Financiero el 3 de mayo, lo coloca un punto abajo, 37 para Carlos y 38 para el candidato guinda. Pero lo relevante de ese estudio, es la caída, en conjunto, del partido oficial en 8 de los 15 estados donde renovarán poder Ejecutivo local.
La descarada intromisión del Presidente en los procesos electorales federal y estatales, la muerte anunciada del INE y del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF), el cochinero de Morena con las candidaturas y ahora la tragedia en la Línea 12 del Metro por negligencia y omisión, ya pasan facturas a un mes de los comicios.
En el cuartel de guerra aliancista hay fundada preocupación, porque el presidente López Obrador es capaz de todo. Por eso Herrera Tello hace un llamado a los electores a salir a votar y defender a las instituciones y al país de la debacle total. “Yo aspiro conseguir una ventaja de 10 puntos para reducir los márgenes de conflicto postelectoral, porque ya lo vimos, violan sistemáticamente la ley y luego de echar la culpa al árbitro”.
De eso, no hay duda. Con López Obrador, llega ya a la treintena las controversias constitucionales promovidas ante la Suprema Corte de Justicia de la Nación, sin contar la más chancha por grave: la propia ampliación del periodo de Arturo Zaldívar al frente de ese máximo órgano colegiado.
Entonces, no es descabellado ni catastrofista considerar que ante una eventual derrota de la 4T, el Presidente vuelva a limpiarse el trasero con el Orden Constitucional, desconozca los resultados de las votaciones del 6 de junio y ordene al Congreso general, vía fast track, remover a consejeros y magistrados electorales con su diatriba cotidiana de “enemigos de la democracia” y nombrar a sus propios incondicionales -que nunca faltan-, en aras de la gobernabilidad del país.
“¿Ustedes creen que estos consejeros, estos magistrados defienden la democracia? No, aunque parezca increíble, son enemigos de la democracia, no la quieren. Esos organismos los crearon para eso, para que no haya democracia”, dijo todavía el Presidente, el 4 de mayo en su mañanera.
De ahí, la vital importancia para la democracia mexicana -como nunca en riesgo-, de la observancia internacional. Coincide Carlos Herrera en la promoción de que la ONU, la OEA y la CIDH, así como todos los países democráticos estén atentos de lo que pase en México, porque es un tema de derechos humanos y preservación de la paz.
Pues lo que son las cosas, se “escuchó” allá arriba: la vicepresidenta de Estados Unidos, Kamala Harris, viene exactamente al siguiente día de las elecciones. Qué mejor observadora de lo que pueda hacer el tirano Presidente de México.
El argumento de la relevante visita es el tema migratorio. Interesante cuando López Obrador propone para Centroamérica plantar arbolitos, visas laborales y con el tiempo ciudadanía estadunidense. En 2019, entregó a los gobiernos de El Salvador y Honduras 30 millones de dólares a cada uno, y no funcionó, es más, ni el Presidente tiene puta idea de en dónde paró el dinero con esos gobiernos igual de corruptos.
Entonces, quién -en su sano juicio- puede creer que lo importante de la visita es migración…
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Pero tampoco es casualidad, que el Presidente siga atizando, a la prensa crítica.
Lo vemos en estos momentos, con la desgracia en el Metro de la Ciudad de México. Como fue un “incidente”, se investigará y “no se ocultará nada”, “hay que esperar a conocer los resultados de los peritajes”, ha dicho.
Si, cómo no. Quiere una prensa que renuncie a su responsabilidad social de mediar entre poder público y sociedad; que no investigue por su cuenta, que no recoja testimonios de los sobrevivientes ni los abrumadores reclamos vecinales que alertaron con tiempo de los notables daños en las estructuras, tampoco que de voz a los trabajadores del Sistema que cotidianamente reportaban fallas, e incluso que ignore los recortes al presupuesto de mantenimiento, por austeridad.
No. Ese no es el papel de la prensa. La verdad no se puede enterrar. La mediación social es el principal contrapeso al abuso del poder público y López Obrador la quiere inactiva y muda, porque a su vez, cree personificar “lo social”.
Su problema es que no podrá callar a los medios. Porque no es Raymundo Rivapalacio, Ciro Gómez, Carlos Loret y López Dóriga, Reforma o El Universal; son miles de periodistas que desde sus modestas microesferas agitan como marabunta los ecosistemas mediáticos…
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Pero eso mismo pone en riesgo la mediación. Que el tiempo demuestre lo contrario, pero intuyo que López Obrador, si retiene la mayoría en la Cámara Baja, asestará el golpe final y definitivo contra la molesta prensa crítica. Como sucedió en Venezuela con Hugo Chávez.
Según datos del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Prensa de Venezuela, hace más de 20 años, los medios independientes del régimen chavista abarcaban 88% del total. Por ello, inició una “revisión” amplia y exhaustiva a las concesiones de radio y televisión con miras a la revocación. Así Chávez se hizo de Globovisión, cerró canal Vale TV (Valores Educativos Televisión) propiedad del arzobispado de Caracas y Radio Caracas Televisión.
Más de 200 medios de comunicación fueron amenazados de perder sus licencias de operación. Para 2014, solo 46 por ciento de esa prensa crítica sobrevivía a la presión gubernamental en tanto crecía el “Movimiento de Periodismo Necesario”, el periodismo oficioso que hoy claramente podemos identificar con La Jornada, los blogueros de las mañaneras, Epigmenio Ibarra, John Ackerman, Carmen Aristegui, Julio Astillero, etc.
La narrativa del chavismo contra la crítica, como hoy de López Obrador, es el “golpismo”, concepto que hasta ayer, incorporó a su discurso contra el periodismo investigativo de Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad.
Pero un dato más que soporta mi supuesto hipotético: en 2017, ya con Nicolás Maduro en la presidencia de Venezuela, seguían cerrando emisoras de radio y canales de televisión. Ese año promulgó la ley contra el odio, por la convivencia pacífica y la tolerancia. Creo que no hay que decir más, cuando la norma condena a 20 años de cárcel a quienes sean acusados de promover discurso del odio contra el chavismo. Para nuestro caso, contra la 4T.
Ojalá me equivoque…
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LA COMIDILLA
El marcado interés del presidente López Obrador en Michoacán y Guerrero, estados estratégicos para el trasiego de droga… Si seguimos el hilo del buscado por la DEA, Rogelio Portillo Jaramillo, candidato de Morena a alcalde de Huetamo, pero originario de Zirándaro, Guerrero, y la “Juanita” Evelyn Salgado Pineda, a quien la periodista investigadora, Anabel Fernández, le dedica un amplio reportaje sobre sus relaciones con el narcotráfico (https://www.dw.com/es/guerrero-la-plaza-de-la-familia-salgado-y-el-narco/a-57411329) entonces descubriremos de qué lado masca la iguana…
La desesperación de Morena en Michoacán es otro síntoma de que sienten pasos. Anteayer, encapuchados de la comunidad de Arantepacua, municipio de Nahuatzen, robaron y quemaron la camioneta en la que se transportaban el candidato a gobernador del Verde, Juan Antonio Magaña, y el dirigente estatal, Ernesto Núñez. El mensaje es claro…