Por Martha Elba Torres Martínez
Un conflicto vecinal en el edificio de departamentos, vino a darme la clave para ubicar al Ricardo Monreal Ávila de hoy.
-Hay maneras amables resolver las cosas, dijo sobre la disputa entre inquilinos y con ese peculiar timbre de voz, Abelardo Martín.
En un día de mucha chamba, el coordinador de Comunicación Social del Senado de la República se dio el tiempo para cumplir amablemente, al almuerzo programado con un puñado de amigas y amigos periodistas de viejas andanzas. En el grupo de seis -Sara Lovera, Elda Montiel, Roberto Vizcaíno, Moisés Sánchez Limón y quien esto escribe-, solo un militante de la 4T, Abelardo. Por dos horas escuchó paciente y fraternalmente, igual reflexiones sesudas que exabruptos. Esa sedosidad con que deslizaba sus opiniones terminaba por bajarnos la guardia.
Es el arte de escuchar, procesar información, significar y entender la postura del otro.
Entonces, es fácil mirar al Monreal Ávila de ahora a través de los canales de comunicación que puede tender hasta con un pequeño grupo de jóvenes, niñas y niños, que defienden animalitos. Escuchar, el arte tan en desuso en estos tiempos, pero que permite -como dijo Abelardo- encontrar de forma amable, soluciones a las cosas.
No es fortuito que 57 de 59 senadoras y senadores de Morena, lo hayan ratificado como su líder. Tampoco, que haya tenido el 7 de julio pasado, la amabilidad como presidente de la Junta de Coordinación Política (Jucopo) de recibir al gobernador Silvano Aureoles y su protesta por la narco elección en Michoacán y en contra de su partido; que haya recuperado para la bancada a Cristóbal Arias, quien regresó muy dolido con la fregadera que le hicieron con la candidatura a gobernador.
Y curioso, apenas mencioné al político de Churumuco y el cuchillo fue el referente entre los columnistas. Otra vez, a poner en contexto lo sucedido hace 16 años; cómo se armó entonces y cómo se usó esta ocasión, para sacarlo de la jugada.
Claro -me equivoqué-; doña Olga Sánchez Cordero no llega a darle batalla. Por el contrario, el hombro de Monreal y la amable acogida, era la tablita de salvación. Ya habían sido tres años de humillaciones y de hacerle de ridículo florero. De exponer sus puntos de vista y propuestas, para que dijera: ´tiene razón Olga, pero las cosas se van a hacer así´.
¿Cuál confianza había en las capacidades de la ex ministra cuando le retiró las facultades que hacían tan poderosa a la Secretaría de Gobernación? El trato con los gobernadores, los Poderes Legislativo y Judicial de la Federación, la Suprema Corte de Justicia de la Nación y la Fiscalía General de la República estuvieron en el despacho de la Consejería Jurídica de la Presidencia.
No le demos vueltas al asunto: Julio Sherer Ibarra renunció porque ya había perdido la confianza del Presidente, que decide regresar esas meta facultades de operación política a la Segob con el gris de Adán Augusto López. A ver si da el ancho.
Y es que el Presidente exige milagros. Por eso pesaron más los “muy pocos desencuentros” que los “incontables encuentros”, como dijo Julio en la carta de despedida que por poquito me hace llorar. Se burló gacho: “usted devolvió el respeto y la admiración a la investidura presidencial”. A presidentes les han dicho asesinos, sátrapas y hasta “maricas”, pero que yo recuerde, ninguno se ganó un apodo tan feo como “el Cacas”.
La relación de respeto de Ricardo Monreal con los medios y periodistas, es tan contraria a la que lleva el titular de otro Poder. Ahí está Abelardo y su amabilidad para escuchar e interpretar la espuma mediática que cotidianamente cubre la arena pública.
Y los contrastes con esa implacable corriente de la cerrazón y mano dura. Los militares -disfrazados de Guardia Nacional- y agentes de migración, deteniendo con brutalidad inaudita a familias migrantes de Centroamérica y Haití; la amenaza a transportistas de la región, con multas de cinco mil pesos y retiro de la unidad, a quienes osen darles raid. Y bueno, la golpiza consentida por Claudia Sheinbaum, a alcaldes electos de oposición de la Ciudad de México.
Escuchar es dialogar sin dogmatismos de ambos lados y en el ánimo de resolver de manera amable las cosas.
Este Ricardo Monreal de ahora, es resultado de su exclusión de la sucesión anticipada de López Obrador, pero también de una idea muy clara: no hay transformación donde hay confrontación, y eso es lo primero que se tiene que resolver, por el bien del país.
Pero construir una ruta alterna para la candidatura presidencial y en paralelo al dedazo, no es fácil. Los misiles contra el senador zacatecano se disparan desde el propio Zócalo capitalino, sea con “voladas” en La Jornada o encuestas pato como la de C&EResearch que ubica a Monreal por debajo de Noroña y la tía “Tatis” en la preferencia como candidato o candidata de Morena. Ya ni la tiznan.
Por eso Ricardo ha de buscar “sectores de buena fe” -dentro y fuera de Morena-, que quieran profundizar la vida democrática del país y trabajar en la reconciliación. Escuchar. ¿Qué tan difícil es?
En ese edificio de departamentos, una tornamesa de más de seis horas riquísima en anécdotas periodísticas y memoria histórica sobre los políticos tan camaleónicos en el traspaso del tiempo. Concluimos que la 4T tiene cosas buenas, pero no trascienden ni impactan por ese modelo comunicativo tan infuncional de emisor único, unidireccional y carente de retroalimentación; coincidimos que México necesitaba un cambio, pero lastimosamente AMLO no lo fue. Habrá de trabajarse en un verdadero acuerdo nacional porque ya no hay de otra…
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Aunque para López Obrador, las “bases de la transformación” ya están dadas y a la mitad de su mandato, ya se puede dar el lujo de irse a “La Chingada” a descansar y escribir más libros.
Porque en menos de lo que tarda el gallo en cantar, ya cumplió 98 de sus 100 compromisos y rompió récords históricos en remesas, inversión extranjera, aumento al salario, fortaleció el peso y ya no hay devaluaciones; no incrementó deuda, las reservas internacionales están boyantes y hasta la Bolsa Mexicana de Valores esta como nunca; en 70 por ciento de los hogares, llega al menos un apoyo social; ya no hay corrupción y el índice de homicidios dolosos apenas aumentó 0.05 por ciento. Bueno, hasta al coronavirus ya dobló y estamos en paz.
“Tengan para que aprendan”.
Entonces estamos de poca… ¿alguna queja?