Estados Unidos y España son los principales inversionistas en México, y por lo que se ve, el presidente López Obrador esta decidido a pelearse con los dos, en perjuicio no de él, sino de la economía nacional de por sí, tan quebrantada.
Ayer en Tijuana, le volvió a cantar directo la bronca al vecino del norte y otra vez, acusó al gobierno de Joe Biden de injerencista por subvencionar parte del periodismo investigativo que realiza Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad desde 2015.
“Ningún gobierno extranjero debe intervenir en los asuntos de nuestro país, se debe respetar nuestra soberanía”, dijo el mandatario. Achaca -sin prueba alguna- al gobierno gringo la filtración de la vida de lujo de su primogénito, gracias a la petrolera Baker Hugues, y el status laboral tan rarito en Estados Unidos.
A principios de mayo de 2021 y en la víspera de la visita de la vicepresidenta estadunidense Kamala Harris a México, López Obrador acusó a Washington intervenir en asuntos mexicanos por “financiar” a opositores de su gobierno: MCCI. “Ese intervencionismo amerita queja”. La nota de protesta la envió de inmediato la Cancillería pero nunca se conoció su contenido.
El 4 de junio, el gobierno de Joe Biden respondió que mantendría el financiamiento a organizaciones civiles como Mexicanos contra la Corrupción y la Impunidad y Artículo 19, porque luchan contra la corrupción y se encargan de exponerla.
El Memorando que difundió la Casa Blanca refrendaba el compromiso gubernamental estadunidense contra la corrupción, como un interés fundamental para la seguridad nacional de ese país.
Biden expresaba que aun cuando el gobierno estadounidense tiene sus propios métodos para denunciar esa práctica, “en gran medida, la forma en que se expone la corrupción es a través del trabajo de periodistas de investigación y de ONG”, por lo que continuarían el apoyo a esos sectores en México y otros países.
Pues Jesús Ramírez no le habrá pasado la síntesis de ese día o no tomó su dosis de Recordatín, porque este 7 de febrero, y en guerra con la prensa, dijo que Estados Unidos nunca respondió a su petición y sigue fondeando a MCCI.
Aquí el tema, es si el Presidente mexicano también pondrá “pausa” a las relaciones con Estados Unidos como lo hizo con España. Por lo pronto, el vecino ya impuso “pausa” al aguacate michoacano por intromisión del crimen organizado y podría suceder igual con el mango…
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Y como comúnmente postean en redes: dejo esto por aquí y me retiro lentamente.
En medio del híper pleito del presidente López Obrador con el periodista Carlos Loret, se dejó por ahí, que la Fiscalía General de la República finalmente llegó a la conclusión de que Emilio Lozoya y su familia, la “chamaquearon” y su titular, Alejandro Gertz Manero, lució como un papanatas sin remedio.
El ex director de Pemex se fregó a la gacha, los 10 millones de dólares de los sobornos de Odebrecht, y Peña Nieto y Luis Videgaray, con las cabezas bien firmes sobre sus cuellos, lo que no quiere decir que sean inmaculadas palomitas.
Lozoya tendrá que entregar dos propiedades -la residencia en Lomas de Bezares y el lujoso depa en Ixtapa- así 6.3 millones de dólares para reparar el daño, si quiere que le reduzcan la condena a él y su señora madre.
Esto pareciera irrelevante ante el agarrón mayúsculo entre el Presidente, que hasta chillón ya resultó, Loret de Mola y toda la “prensa mercenaria”, pero no lo es.
En nuestro país, jamás de los jamases se había acusado formalmente a un ex presidente por presuntos actos de corrupción. Y López Obrador vio en el caso Lozoya, la oportunidad de brindarlo al pueblo de México como su acción emblema contra los saqueadores neoliberales del erario público.
Iba a ser la mega obra anticorrupción, porque involucraba a tres ex presidentes, a gobernadores, legisladores y periodistas; a funcionarios como los ex secretarios de Hacienda, Videgaray y José Antonio Meade, y varios de alto rango de Pemex. Unos 70 “cacas grandes”, como dijera mi santo padre que esta en el cielo.
El caso, que si la FGR reconoce que Lozoya y su mamá -como se dice en el argot reporteril- “picaron ojos” con los sobornos, se le complica sostener la acusación contra Ricardo Anaya por los supuestos 6.8 millones de pesos que recibió de ese dinero. Se entiende entonces, que el “güerito” no se haya presentado a la audiencia del lunes 14, porque sí que le iban a dar su día del “amor y la amistad”. Entonces a salto de mata en espera de la orden de aprehensión y el amparo.
Así que cabeza fría y no enredarnos en la narrativa barata contra la prensa y mantener los radares sobre lo relevante para el país…
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Porque el agarrón AMLO vs. Loret, tenemos que analizarlo en dos planos: a todas luces el pasional, y el que afecta a todos los demás respecto a dos derechos fundamentales: el derecho a la información pública y la libertad de expresión y de prensa.
Nos queda claro, que como con los programas sociales, el Presidente no quiere intermediarios entre él y su “pueblo bueno” y por eso los eliminó. Es él y sus mañaneras. Por eso aborrece la mediación social de la prensa que debe existir en toda democracia. Porque entonces ¿quién putos va a desenmascarar la corrupción y el abuso del poder, sea López Obrador, su sucesor o sus antecesores como siempre ha sucedido?
No hace mucho, un buen amigo que se dedica a eso de la justicia, me compartía su impresión de lo enojado e incómodo que se ha de sentir López Obrador con esta Presidencia que le tocó.
Añorar los tiempos en que el omnipotente Presidente lidiaba solo con pocos medios de comunicación masiva -prensa escrita, radio y televisión-, y así los controlaba, fuera con dinero o garrote-. Hoy la mass media trasciende los escándalos políticos a muchísimas más personas de manera simultánea. Las esferas de conversación pública -insisto- no esta solo en los grandes medios, sino en los miles y miles de sitios web y/o perfiles que comparten información y opinión para sus pequeñas comunidades.
Y lo vimos hace ocho días con el foro Spaces #TodosSomosLoret donde 65 mil personas -con mínimo 600 seguidores- participaron; fueron periodistas, políticos, conductores de televisión, cantantes, deportistas, ciudadanos y Juan de la Fregada. Fue tendencia mundial con más de 200 mil tuits y Twitter reportó que en un solo día, había sido escuchado por 1.4 millones de usuarios.
Esta semana, la prensa le mostró el trasero al poder público que hoy sustenta Morena; ruedas de prensa sin prensa, paro de grabadoras y cámaras y un solo reclamo: ¡basta ya! de tanta muerte y ofensas a la profesión.
Cierto. No todos somos Loret, pero estamos con lo que representa: el derecho del periodista a hacer encabronar al todopoderoso de este país. Así gane 35 millones de pesos al año o seis mil pesos al mes.
Porque ultimadamente, ¿a quién le importa cuánto ganen los famosos, Carlos, Joaquín, Ciro, la Aristegui o Jorge Ramos? Mejor que se preocupe por los sueldos de miseria de los no famosos, por las condiciones de inseguridad y violencia que día tras día, enfrenta el gremio. Eso de estigmatizar los convenios publicitarios como “chayotes” vino a desplomar la medianamente organizada industria de la información. ¿Los paganos? Un fregadal de “plumas” -es un decir- que no les quedó otra que abrir un portal para sobrevivir.
Tampoco no todos somos Loret, porque quien fuera el “Golden boy” de Televisa y hoy archienemigo de AMLO, si ahora le pasa algo, a él, a su familia o patrimonio, de antemano se sabrá quién fue: nadie más que López Obrador.
El resto, como siempre, expuestos en el ejercicio de esta chingada profesión que por más que denigren, ofendan y golpeen, no podemos dejar de amar….