Por Jimena Berthely
El pasado martes 8 de marzo de 2022, mujeres de todos los espacios y edades nos dimos cita a las 6pm en la Calzada de San Diego, en la capital del estado, Morelia, Michoacán, para conmemorar el Día Internacional de la Mujer a través de una protesta por la exigencia de nuestros derechos, una marcha ya histórica en la ciudad de Morelia desde el 2020, que reúne a miles de mujeres que en nuestra diversidad encontramos la coincidencia de luchar y alzar la voz por el presente que anhelamos, un presento en igualdad, seguridad y libre de violencia.
Con una organización impresionante por parte de las Colectivas organizadoras, las mujeres agrupadas en contingentes partíamos rumbo al Congreso del Estado, donde serían leídos los posicionamientos por nuestro derechos, hasta adelante el primer contingente, con infancias, familias víctimas indirectas de feminicidio, mujeres embarazadas y de la tercera edad, un contingente prioritario que marcha hasta adelante para poder brindarle una mejor atención. Sin embargo lo que comenzó como un encuentro entre mujeres para construir colectividad , abrazarnos y alzar la voz juntas contra las violencias que vivimos todos los días, pronto se convirtió en un escenario peligroso de un capítulo más de violencia en nuestro estado, escenario que nunca antes se había vivido.
En el marco de la lectura del posicionamiento oficial de la protesta frente al Congreso del Estado, se vivieron momentos de pánico y confusión cuando desde las vallas instaladas en palacio de gobierno (para proteger el inmueble), la policía estatal inicio un ataque contra nosotras manifestantes, gaseando y lastimando a las compañeras del primer contingente, este contingente que era conformado por las mujeres más vulnerables.
Debido a la aglomeración en la vialidad de la protesta, este ataque se extendió a las demás mujeres de los contingentes continuos, generando estampidas en medio del caos y el ahogamiento por la utilización de gas lacrimógeno, suceso que conmocionó a todas las asistentes, que entre empujones y gritos temíamos por nuestra vida; de fondo las organizadoras con megáfonos insistían, “no corran compañeras, péguense a la pared, estamos seguras” , las indicaciones eran constantes y precisas pero el miedo impulsado por las fuerzas policiales seguía conquistando el momento.
Cuando parecía que todo había tomado calma, el gas que se mueve por el aire llegó a mas contingentes, en uno de esos contingentes estaba yo, asfixiada y con una hermana asmática nos refugiamos en un hotel que se encontraba a nuestras espaldas, lo mismo hicieron las demás participantes a lo largo de toda la Madero, las y locatarios nos salvaban la vida y nos permitían ingresar, ella y ellos también tenían miedo.
Minutos después de estos sucesos, las mujeres empezamos a salir de los negocios y espacios que conseguimos para refugiarnos, salíamos confundidas, en un ambiente de completo miedo y hostilidad, la redes no se hicieron esperar y ahí supimos que en palacio de gobierno (así con minúscula) , seguían gaseando compañeras y encapsulándolas, se nos sugería evacuar el centro porque algo más grave podría pasarnos, nos quitamos pañuelos, pintura y tiramos carteles, buscando la manera de borrarnos como no borran todos los días, de esa escena.
¿El saldo?…
25 Mujeres arrestadas, que entre golpes y un exceso de violencia impresionante fueron llevadas a barandillas, innumerables calles aledañas cerradas por policías al momento de la protesta, lo cual dicho sea de paso viola derechos humanos, cientos de mujeres gaseadas y lastimadas por balas de goma y canicas, periodistas heridas, infancias violentadas, embarazadas huyendo y la policía cuidando palacio de gobierno y agrediendo sin parar a las mujeres.
Esta columna es una narración de lo que fue, pero también de la tragedia que pudo llegar a ser, si las mujeres organizadoras no hubieran mantenido la calma y hubieran aplicado el protocolo para frenar la estampida que empezaba a desarrollarse, en donde yo y todas temimos por nuestra vida; porque cuando se trata del espacio público pareciera que las mujeres nunca estamos seguras.
Con una dedicatoria especial para los HOMBRES que “gobiernan” en lo municipal y estatal y que el 8 de marzo fueron nuestros AGRESORES.
¡Nunca más tendrán la comodidad de nuestro silencia!