Por Sergio Torres Delgado
En Morena, parte de los poco más de cien consejeros estatales ya se cansó de las imposiciones en los cargos directivos y, en consecuencia, en las candidaturas, situación que amenaza repetir en el futuro inmediato.
Con el impulso de la Convención Nacional de febrero pasado, alentada por John Ackerman, entre otros, se levanta una nueva ola concientizadora que demanda instaurar la democracia al interior del partido para poder definir, desde sus bases y no las cúpulas, a sus propios dirigentes y aspirantes a cargos de elección popular.
Hay que recordar que, en estricto sentido, los morenistas michoacanos no tienen una dirigencia estatal elegida por la militancia desde hace algún tiempo.
Roberto Pantoja Arzola dejó la dirigencia estatal en noviembre de 2018 para encabezar la delegación de la Secretaría del Bienestar en Michoacán, es decir, convertirse en el super delegado en la entidad, aunque en lo particular no le gusta que se le defina de esa manera.
Su lugar fue ocupado entonces por Sergio (Yeyo) Pimentel Mendoza, pero en calidad de Delegado en funciones de presidente del partido en Michoacán, por decisión del Comité Ejecutivo Nacional.
Ya en abril de 2021, Raúl Morón Orozco tomó las riendas de Morena en lugar de Yeyo, pero, una vez más, por designación de la dirigencia nacional. El exsenador, exedil moreliano y excandidato efímero a la gubernatura no duró mucho al frente.
En octubre de ese mismo 2021, apenas unos meses después, optó por abandonar el cargo.
Sin proceso democrático sustentado en la opinión de la militancia, se recurrió nuevamente a la salida estatutaria: por enésima ocasión, la determinación por parte de la dirigencia nacional presidida por Mario Delgado para nombrar a una aliada del gobernador Alfredo Ramírez Bedolla, Giuliana Bugarini.
Esta decisión recayó en la joven que apenas en julio de 2019 se había sumado a las filas de morena, y quien habría dejado el cargo que ostentaba como directora del Instituto de la Juventud en Michoacán, bajo el cobijo del gobernador Silvano Aureoles Conejo.
Arropada por Yeyo Pimentel y su grupo, pronto alcanzó notoriedad y en octubre sucedió a Morón Orozco, quien dicen se ha dedicado a fortalecer a su grupo político en la entidad con miras a las contiendas electorales venideras: 2024 y 2027.
Afín a los grupos morenistas que detentan el poder político, incrustados en el gobierno, está bien protegida. De tal forma que las y los consejeros estatales morenistas que buscan la elección de un o una nueva dirigente desde las bases tienen que enfrentar el boicot que, aseguran, se da desde gobierno del estado, inclusive desde la secretaría de Gobierno, cuyo titular es Carlos Torres Piña.
Señalan a los funcionarios morenistas de intentar inhibir las intenciones de llevar a cabo cualquier plenaria del Consejo Estatal, requisito para llevar a cabo el relevo formal de la dirigente estatal, así como el nombramiento de unas quince carteras del comité estatal que permanecen acéfalas.
Cabe hacer mención que el movimiento nacional empujado por la Convención de inicios de año también busca la destitución de Mario Delgado y abrir los cauces de participación a otros grupos, luego de la cuestionable designación de candidaturas a las gubernaturas y, nada menos que, en vísperas de la carrera presidencial para el 2024, una vez concluya el mandato de Andrés Manuel López Obrador.
Con AMLO en la presidencia de la República aparentemente poco se moverán los escenarios, sin embargo, por un lado los convencionistas y, por otro, el ímpetu y el oficio político de aspirantes presidenciales, como el líder senatorial Ricardo Monreal, podrían contribuir a llevar al partido a una vorágine de imprevisibles resultados.
Convencionistas y monrealistas no son los favoritos, no son parte del oficialismo morenista como el que representan la gobernadora de la CDMX Claudia Sheinbaum y Marcelo Ebrard. La pregunta es, qué pasará cuando se quiera llevar a cabo la puesta en escena, con la farsa de por medio, de las famosas encuestas secretas para decir quién va por la candidatura presidencial, si es que AMLO no hace uso, de plano, de nominar al heredero de su testamento político.
Muchos habrán de sumarse en la clásica cargada de los búfalos, como añejamente se expresaba, pero habrá quienes quieran ser protagonistas de su propio destino y labrar su propia historia con el apoyo de corrientes morenistas que también piden a gritos una vida democrática sin mentiras, sin robos y sin traiciones.
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