Epigmenio Ibarra y Jesús Ramírez, con toda la fauna de dizque estrategas en comunicación que rodean a López Obrador y tooodos los encuestólogos con sus mediciones mensuales piteras, quedaron exhibidos con la sola estimación que el mismo domingo 10 de abril, luego de votar al medio día por la no revocación, compartió el coordinador de Morena en el Senado, Ricardo Monreal:
“Si votan 10 millones de ciudadanos se trataría de un ´moderado éxito´, si votaran 15 millones sería ´bueno´ y si fueran 20 millones o más, sería ´un exitazo´”.
Vaya ojo de buen cubero, del aspirante a la Presidencia de la República para el 2024. Y lo predijo: que 15 millones de electores ratifiquen su confianza en el Presidente, “es bueno”. Me cae que debería escuchar más y en serio al zacatecano y mandar a la fregada las intrigas palaciegas que solo le han hecho mucho mal.
El dirigente de Morena, Mario Delgado, el obligado a entregar por lo menos los 30 millones de votos que alcanzó AMLO en 2018, se quiso curar en salud al conocerse el conteo: “15 millones de votos con 30 por ciento de casillas instaladas; si se hubieran instalado la totalidad de casillas (unas 157 mil) habrían sido 45 millones de votos”.
En gramática sí existe “hubiera”, en política, no.
Y si que ríos de tinta y de saliva siguen corriendo respecto al ejercicio de revocación del pasado domingo. Pero todo es cuestión de interpretación: ver el vaso medio lleno o medio vacío.
Escuchaba la transmisión en vivo de los resultados del conteo rápido por parte del INE y la conferencia de prensa de Mario Delgado. Cómo me recordaron aquellos tiempos del viejo PRI. Guardadas las proporciones y el evento, los mismos símbolos: el candidato único y el “triunfo arrollador”; el “zapato”, “carro completo”.
Todo para el ganador del todopoderoso partido que hoy gobierna y cómo se parece al viejo PRI. Mis contemporáneos no me dejarán mentir.
Fue Adolfo López Mateos -precisamente ahora tan invocado por López Obrador por eso de la reforma eléctrica-, quien en 1963 con reformas y adiciones al artículo 54 constitucional crea la figura de “diputados de partido” como una forma de institucionalizar a las minorías políticas.
Magnánimo, el partido que obtuviese una votación nacional de 2.5 por ciento, se le otorgaban 5 diputados, más uno adicional por cada medio punto, pero el tope de curules a la oposición era de 20.
México cambiaba y más visionario, don Jesús Reyes Heroles, secretario de Gobernación de José López Portillo, con la reforma política de 1977, sentó las bases para la formación del moderno sistema de partidos, lo cual permitió que en el país se forjaran las leyes e instituciones para “aceptar, recibir, conformar y fomentar una nueva realidad pluripartidista”, dice Gaxiola (s/f) retomando a Becerra (2000).
Los principales cambios de la reforma política del 77:
-Los partidos adquieren reconocimiento constitucional como entidades de interés público, con derechos y prerrogativas que garantizaran su existencia, como es el financiamiento público, el acceso a medios de comunicación y desde luego, postular candidatos.
-Registro condicionado; el definitivo se alcanzaba con el 1.5 por ciento de la votación nacional.
-La recomposición de la Cámara de Diputados: 300 de mayoría (elección directa) y 100 de representación proporcional (elección indirecta). (La reforma de 1986 eleva el número de diputados de RP a 200).
Así vimos y conocimos a partidos como el PARM, el PDM, el PST, PMT, el PCM, el PRS y desde luego el pujante PAN. En las elecciones intermedias de 1979, entran los primeros diputados de representación, pero con una votación de casi 70 por ciento, el tricolor imponía la “aplanadora”. Recuerdo que en aquellos tiempos, a la lista plurinominal del PRI se le conocía como los “nacidos para perder” porque nunca entraba ni uno.
Pero las reformas electorales del 77 y 86 así como las siguientes, el secretario de Gobernación presidía el Consejo General, primero, de la Comisión Federal Electoral que luego se denominaría IFE. Es hasta 1994, que el órgano se “ciudadaniza” con personas propuestas en la Cámara de Diputados, supuestamente sin vínculos con partidos políticos, para garantizar autonomía e imparcialidad en sus decisiones. En 2007 se rediseña el sistema electoral y surge el INE.
Los referentes históricos son importantes para entender el presente y proyectar el futuro. Y este viaje al pasado nos permite evaluar la consulta de revocación para una aproximación al cómo quedamos y hacia dónde vamos; preocupante esto por los avances de la reforma electoral que ya adelantó López Obrador: vámonos de regreso.
La propuesta del Presidente que encarna al “pueblo” y decide por él -de esto no hay la menor duda-, “elegirá” a los consejeros electorales y a los magistrados de manera directa, con voto abierto.
Cada uno de los Poderes -el Ejecutivo, Legislativo y Judicial- que también controla, propondrá 20 ciudadanos “independientes y de inobjetable honestidad” y obviamente, que concuerden con la “transformación” lopezobradorista. No dudo ni tantito, que el actual director general de la CFE, Manuel Bartlett, figure entre sus propuestas para encabezar el órgano colegiado, porque ya sería mucho que lo presida el secretario de Gobernación.
Federalizar todos los procesos electorales del país, eliminando a los Organismos Públicos Locales Electorales (OPLES) dejaría al INE como el único que se encargue de organizar comicios en las entidades federativas y municipios. ¿Qué pasaría con los Institutos estatales?
Reducir el financiamiento al INE y las prerrogativas a los partidos, es una propuesta valiosa. Pero hasta dónde, por ahorrar, mermará la calidad de los procesos. La consulta es el ejemplo inmediato.
Y lo que son las cosas, lo que incorporaron las reformas del 77 y 86 para dar voz y voto a las minorías políticas, ahora pretende eliminar la representación proporcional, o reducir el número de curules por asignación.
El 22 y 30 de marzo en sus mañaneras, AMLO fue enfático en que presentaría su reforma electoral, pasada la consulta del domingo 10, pero no pudo por el atorón de la reforma eléctrica, cuyo dictamen finalmente se llevará al Pleno de la Cámara de Diputados, pasado mañana.
Al cierre de esta entrega, el bloque opositor -PRI, PAN, PRD y MC- se mantenían en su postura de votar el contra, pero ya surgió el primer traidor, Carlos Miguel Aysa Damas, hijo del ex gobernador de Campeche, Carlos Miguel Aysa González y nombrado embajador en República Dominicana.
El caso, que López Obrador nos sigue jalando hacia atrás. Añora los tiempos de su todopoderoso PRI y la “dictadura perfecta” con una oposición partidista de adorno. Pero hoy, como ayer, la sociedad civil marca la pauta…
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LA COMIDILLA
El consenso: hoy por hoy, Adán Augusto, el favorito; Claudia Sheimbaum, derrumbada. Quién sabe cómo le irá al gobernador michoacano Alfredo Ramírez Bedolla. Apuestan aquí, que la federalización no llega y con la CNTE y sus engendros -los normalistas- mal y de malas, porque no pasará la reforma administrativa en educación…
Bibliografía
Gaxiola Lazcano, A (s/f) “La reforma política de 1977: una democracia con falla de origen”. Disponible: https://www.comecso.com/ciencias-sociales-agenda-nacional/cs/article/view/898/97