La más reciente encuesta de El Financiero, registró que rumbo a la presidencia de la República 2024, la alianza PAN, PRI, PRD ha caído por tercer mes consecutivo en el “apoyo de la gente” y paso de 41 a 36%; en tanto que, el apoyo a Morena y sus aliados en el mismo periodo subió de 46 a 51%.
En términos generales, así pesan en este momento los que estarán compitiendo por la Presidencia de México. Sin duda, la alianza Va Por México debe hacer algo porque las tendencias suelen mantenerse flotando en el tiempo, es decir, no varían mucho. ¿Aún puede hacer algo la alianza opositora? Sí puede, pero debe avanzar más rápido en por lo menos uno de dos elementos estratégicos.
Explico los dos un poco:
Lo primero que hay que saber, es que una campaña electoral se desarrolla en dos campos: 1. uno material; 2. uno simbólico.
1. El campo material, es la “tierra”, literalmente hablando. Aquí los partidos y los candidatos van al campo de batalla por los votos de los electores. Para lograrlo, harán estrategia acerca de qué colonias, municipios, distritos y estados deberán pisar; entregarán apoyos; tocarán puertas; crearán estructuras promotoras del voto, etc. Por tierra, se despliegan los soldados electorales y este territorio básicamente se gana con dinero. Quien tiene más dinero, mejor organización y no lo desperdicia, suele avanzar más rápidamente en sus objetivos electorales. Por eso, en la disciplina del marketing político decimos que, quien hace gobierno, prácticamente todos los días hace campaña por su próximo puesto y está ganando o perdiendo el 50% del mismo. Todo el tiempo está aterrizando recursos, haciendo obras y acciones y operando programas sociales.
Esto explica por qué en el territorio –por el momento- lleva mucha ventaja Morena sobre sus opositores. Tienen el Poder Ejecutivo nacional y casi todos los estados y eso les representa tener en la bolsa inmensa de dinero que los aliancistas no tienen.
2. El campo simbólico, es la mente de las personas. La comunicación política tiene como objetivo ganar precisamente la mente de las personas, persuadir que no es igual a manipular. Persuadir es convencer con ideas y argumentos para que la gente de manera voluntaria modifique su conducta, y manipular es engañar con ideas y argumentos para que la gente haga algo.
De aquí que el objetivo de la buena comunicación política sea, persuadir generando percepciones en la mente de los ciudadanos. ¿Y cómo generar percepción? Explicarlo implicaría demasiado tiempo, pero diremos que aquel que desea generar percepción está obligado a comprender cómo se estimula el cerebro humano, saber qué experiencias ha vivido una persona y qué recuerdos tiene esa persona, entre muchas otras cosas. Por ello no es tan simple o rápido generar percepción.
Comunicar de manera persuasiva pasa por conocer más allá de ciencias de la comunicación o de periodismo; psicología social, neurociencias, sociología, antropología, historia y etología, por citar algunas disciplinas, ayudan mucho a entender el cerebro y la mente humana.
Bien, ¿y a qué viene todo esto? Lo comparto para entender que, ganar la mente de las personas, implantar ideas, argumentos, conceptos, despertar emociones o reacciones, parte de trabajar en estrategia y con una lógica distinta a trabajar por tierra.
Y en el rubro de la comunicación, el Presidente López Obrador también es un maestro y sus opositores no logran contrarrestarlo.
Las encuestas profesionales no suelen mentir y por el momento los opositores tampoco son competitivos con su comunicación política; no implantan ideas o conceptos y mucho menos están generando percepción.
Cuando Obrador y su partido bajan en encuestas, es por alguna crisis externa o algún error del propio Obrador, no porque los aliancistas estén provocando algo.
Y entonces ¿cómo avanzar aplicando comunicación política? Conociendo el cerebro humano y los procesos mentales del cerebro. Y esto no significa aplicar obras, acciones y programas costosos.
*El autor es consultor, tiene estudios de doctorado en Política, de maestría en Comunicación, de maestría en Neuromarketing, de maestría en Ciencia Política y de licenciatura en Derecho.