La diputada local de Morena Michoacán Anabet Franco Carrizales se equivocó y tiró al cesto de la basura la confianza que ha generado, y lo peor de todo, es que quizá la tiró para siempre.
Quiero tomar el ejemplo de esta diputada, presidenta de la Junta de Coordinación Política en el Congreso de Michoacán, para explicar lo que se debe y lo que no se debe hacer, cuando hay una crisis y se tiene que comunicar de manera profesional.
Primero el contexto, pero breve. La diputada intimidó y amenazó a una reportera local y compañeras de ésta, que estaban presentes, grabaron todo en audio y video. Desde luego, este material se viralizó lo mismo que la noticia, la cual llegó a noticiarios nacionales.
Hasta ahí el contexto. ¿Qué hizo la diputada Anabet? Al día siguiente del hecho, en una entrevista “banquetera” se disculpó, pero inmediatamente después, a una pregunta de reportera, señaló que lo que había dicho “no era amenaza”.
¿Qué es lo que no y lo que sí se debe hacer en estos casos si se quiere hacer comunicación política de forma adecuada?
Van algunos elementos importantes:
a) Tener un consultor que, con cabeza fría, expliqué y ayude a comunicar en crisis.
b) Él o la política deben hacer caso al consultor y no a las voces que dicen saber cómo se comunica en crisis (una cosa es hacer política y otra es hacer comunicación profesional).
c) No se debe caer en incongruencias. Si la diputada ya había ofrecido una disculpa, después no debió negar el hecho.
d) Durante la sesión parlamentaria que siguió a la entrevista banquetera, la diputada apareció en un rincón protegida por su gente, pero con “sonrisas” que mandaban mensajes negativos, ¿por qué? porque se debe entender que un hecho no se comunica solo; se comunica todo el contexto y esto lo desconoció la diputada. Por eso sus “sonrisas” se entendieron en un contexto nada favorable para ella (es como reírse en un funeral en donde todos están adoloridos).
e) En el taller que doy de media training (entrenamiento de medios), explico seis factores que ayudan a definir qué hacer ante noticias desagradables o en crisis; de ahí que lo que él o la política deben considerar es si tienen o no competencia. Es decir, si saben o no del tema, y si no saben, lo adecuado es que los especialistas hablen. Ojo con esto: si comunicas y no sabes, lo que generarás es “desconfianza” y para un político esto es muy malo.
f) Se debe considerar la credibilidad de quien comunica. Ojo con esto también. Después de que la diputada hizo lo que hizo y comunicó de manera errónea, provocará que la gente se pregunte: ¿es de fiar, es creíble? La comunicación profesional que deben hacer las y los políticos debe llevar como objetivo generar credibilidad y eso no es tan simple.
g) Las y los políticos deben comprender que cualquier cosa que recorte su credibilidad, amenazará su imagen pública para el resto de la crisis y posiblemente para siempre. Es preferible en ocasiones ceder a tratar de defender a ultranza lo indefendible.
Hasta aquí, porque tampoco pretendo exponerles un manual, pero sí quiero concluir con sugerencias de aquello que debió hacer la diputada Anabet Franco; aunque en realidad es lo que deberían hacer todas y todos los políticos.
Lo primero, es comprender que el ego no es un buen consejero, como tampoco lo son los “compañeros políticos” que creen que saben hacer comunicación profesional porque tienen muchos años haciendo grilla. Zapatero a tus zapatos, políticos a la grilla y comunicadores profesionales a la comunicación como ciencia.
Después de despojarse del abrigo del ego, hay que saber reconocer el error y si bien sufrirán un raspón que dejará cicatriz, estoy seguro que podrán salir de la crisis, inclusive más fortalecidos, claro está, si su consultor es hábil. Solo tienen que ceder, reconocer el error y remar desde abajo para enmendarlo.
Anabet Franco se equivocó, sin duda, pero se equivocó más al hacer caso a esas voces que nunca le sugirieron ceder con humildad para fluir.
*El autor es consultor, tiene estudios de doctorado en Política, de maestría en Comunicación, de maestría en Neuromarketing, de maestría en Ciencia Política y de licenciatura en Derecho.