Desde julio de 2021 que se autoproclamó como el “destapador” de presidenciables, López Obrador recitó cientos de veces que se había acabado el “dedazo” para designar a su sucesor. ¿Era posible que el decididor -literal- de vidas y haciendas en nuestro país, renunciara a tal privilegio? Ya se vio que no. Así haya tenido que “tirar el sistema” de la encuesta de su partido para imponer a su favorita, de acuerdo con las quejas de Marcelo Ebrard.
El caso que por primera vez -y eso hay que ponderar-, México tendrá presidenta a partir del 2024.
El estado de la cuestión, a partir de la definición de las precandidaturas en los dos grandes bloques: Claudia Sheinbaum arranca con 39.4 por ciento, conforme a la encuesta madre de Morena; por el Frente Opositor, Xóchitl Gálvez con 56.8 por ciento de preferencia ponderada con base a las dos encuestas -una telefónica y la segunda en vivienda- realizadas por Wise y Reforma, respectivamente.
¡Claro que hay tiro!
Guardadas las metodologías y diferencias entre los dos mecanismos de selección, ambas terminaron resultando de encuestas: Xóchitl, de las 2.5 millones de firmas registradas en la plataforma del FAM, cerró con un millón de simpatías; Claudia se sometió a una muestra muchísimo más reducida de poco más de dos mil entrevistas aplicadas en 3,500 seccionales del país. Entonces, lo que supondría un procedimiento sencillo y confiable, terminó impugnado por Marcelo Ebrard y su equipo.
El ex canciller obradorista acusó desde el 16 de agosto, inequidad en la contienda interna, uso de recursos públicos, de programas sociales, acarreo masivo y activismo de gobernadores, todo a favor de Claudia. Ello confirma que AMLO le dio carta blanca para hacer de todo, y ganar la encuesta. La semana del conteo de votos, el equipo marcelista denunció irregularidades e inconsistencias en el método aplicado por el Comité de Elecciones.
El martes 5, Mario Delgado reconoció problemas técnicos y “políticos” en torno a la encuesta; mencionó algunos, como dificultades para “levantar” en lugares controlados por el crimen organizado, de logística en tierra e incluso falta de boletas. De lo que nunca habló fue de la tasa de rechazo al sondeo de Morena. Buendía y Márquez, una de las firmas espejo participante, ha reconocido una tasa de 60 por ciento en encuestas electorales, lo suficientemente alta para alterar la muestra.
Esta tasa de rechazo es una de esas variables extrañas que ya deben ponderarse -y publicarse- en todo estudio demoscópico porque descubre y encubre también, ítems incidentes en el ánimo electoral. Por ejemplo, el porqué se rechaza la entrevista, y puede ir desde ´no tengo tiempo´ o ´no me importa´, hasta el enfado por hartazgo de la política y políticos, polarización, e inclusive la saturación de mensajes que puedan considerar nocivos o intrusivos, por mencionar algunos.
De aquí al lunes, todo es especulación sobre la ruta que seguirá Marcelo Ebrard. Lo único cierto y contundente, es que manchó el proceso interno de Morena. Lo que Claudia jamás se lo perdonará: lo dijo muy bien: “las puertas están abiertas”. Pero no para que entre quien ni siquiera se ha ido formalmente, sino para que el que no cabe, se vaya de una vez.
Marcelo seguirá estirando la liga con mensajes bien medidos: “ya no tenemos espacio en Morena” y las evidencias de irregularidades y testimonios que en cada declaración dice que hará públicas. Pero su único as bajo la manga, si realmente esta indignado, es llevar la impugnación hasta el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación y que en una de esas los magistrados mandaten reponer el procedimiento.
Por su lado, López Obrador también juega con la liga: avaló la encuesta y ya; “no hubo inclinación de la balanza a favor de nadie. Yo tengo principios e ideales, no tengo un doble discurso, la honestidad es lo que más estimo en mi vida”, dijo. Pero Marcelo lo conoce mejor y sabe lo mentiroso, abusivo y traidor que puede ser.
Para Marcelo, la opción de una candidatura independiente es nula, toda vez que el plazo para su registro venció a las 24 horas de ayer, 7 de septiembre. Y todavía le cierra el camino de irse de candidato presidencial por Movimiento Ciudadano.
Que ni le busque, porque ya tiene apalabrado a Dante Delgado como esquirol; pero digamos de una parte de la naranja, porque ya hay gajos comprometidos con Xóchitl por conducto del gobernador jalisciense, Enrique Alfaro, y del mismo alcalde de Monterrey, Luis Donaldo Colosio, que se negó a ser factor que divida a una oposición “con genuinas intenciones de recalibrar el rumbo de México”.
El caso que Ebrard, el “amigo” del Presidente, no tiene esas rutas de escape que dice. Incluso ni en Morena, porque reitero, Claudia no se la va a perdonar, y es capaz de hasta vetarlo en la coordinación de la bancada guinda en el Senado al haber quedado en segundo lugar en la encuesta. ¿Qué va a decir el de Palacio Nacional? -Yo ya no decido eso… es cosa de la candidata que trae el bastón de mando…
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La primera señal del encabronamiento de Claudia con Marcelo, fue en el discurso corto que pronunció al ser ungida como “coordinadora de los Comités de Defensa de la Cuarta Transformación”. Una sola vez se refirió a la unidad, que dijo “es fundamental y las puertas siempre estarán abiertas, nunca se van a cerrar”; fue un acto de supremacía al ignorarlo verbalmente a pesar de la notable ausencia del ex canciller.
Eso ya nos dice que de humilde y generosa no tiene ni mais; eso sí, refrendó que es la candidata del Presidente con tres menciones a López Obrador; y perdió una oportunidad valiosísima en su primer mensaje como precandidata 4T al sujetarse a la narrativa machotera que ya ni siquiera interesa a la fanaticada:
“México está cambiando y México cambió, hoy tenemos un país con menos pobreza, hoy tenemos un país con menos desigualdad, hoy tenemos un país donde 30 millones de familias reciben un apoyo del Gobierno, hoy tenemos más democracia, hoy tenemos más libertad y hoy tenemos un movimiento vivo que quiere seguir trabajando por la transformación de nuestro país’’.
Vale contrastar este primer mensaje de la precandidata del oficialismo, con el de la opositora Xóchitl Gálvez, al ser proclamada el 3 de septiembre como “responsable de la Construcción del Frente Amplio por México”. Un discurso mucho más estructurado y definido el target: los indignados por el catastrófico rumbo que lleva el país, y los desencantados de la esperanza muerta.
Por eso, ofreció respeto y trabajar por todas y todos los mexicanos; por los indígenas, los pueblos afromexicanos, las mujeres y sus hijos; las clases medias, la diversidad, la discapacidad, las madres buscadoras, los niños enfermos, los viejitos que necesitan más atención, los ambientalistas, los científicos y académicos, los estudiantes, los migrantes mexicanos; los doctores y enfermeras, los policías, los maestros y maestras, soldados y marinos, los periodistas. Evidentemente a todos aquellos sin rostro, que AMLO ha ofendido, desacreditado y menospreciado desde sus “mañaneras” simplemente porque exigen eso, respeto a sus derechos.
Los compromisos de Xóchitl:
Acabar con la polarización social; fin a la descalificación y la calumnia por pensar diferente y no engañar a la población con cuentos chinos como los que repitió Claudia, y nada de “los otros datos” que disfrazan y maquillan la realidad.
Las frases más elocuentes:
“Soy ingeniera y para mí los problemas no se arreglan con ideología, se arreglan con soluciones”.
“Nuestra plataforma es simple: si sirve, lo vamos a dejar; si podría servir mejor, lo vamos a mejorar; y si no funciona, lo vamos a cambiar”.
“Mi regla de oro: ni huevones ni rateros ni pendejos”.
“Yo exijo 100 por ciento de trabajo, 100 por ciento de honestidad y 100 por ciento de capacidad, con eso lo podemos lograr”.
“Hoy la esperanza es nuestra”.
Y sí. López Obrador, por decrépito mentalmente, dejó morir la esperanza que levantó en 2018.
Como sea, Claudia y Xóchitl ya andan en otro nivel. Una de las dos, será la primera presidenta de México.
Cada una tiene lo suyo: la primera, con todo el poder y recursos de la Presidencia de la República, pero la historia democrática de nuestro país demuestra que no siempre es suficiente. El mismo López Obrador lo sabe. Xóchitl es una monería andando, inteligente, sagaz, intrépida, risueña y lo mejor para ella, y que exaspera al Presidente: contestaria; no dejarle pasar un ataque, es precisamente lo que la tiene donde está…